jueves, 15 de octubre de 2015

CRÍTICA | EVOLUTION, de Lucile Hadzihalilovic


Mareas abstractas
EVOLUTION, de Lucile Hadzihalilovic
Festival de San Sebastián 2015: Premio especial del jurado y premio a la mejor fotografía
Festival de Sitges 2015: Clausura Noves Visions
Francia, 2015. Dirección: Lucile Hadzihalilovic Guión: Lucile Hadzihalilovic y Alanté Kavaïté Fotografía: Manu Dacosse Reparto: Max Brebant, Roxane Duran, Julie-Marie Parmentier Género: Fantástico. Terror. Experimental Duración: 80 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: Pendiente
¿De qué va?: Nicolas vive en una isla con su madre, otros niños y otras mujeres. Alejado de la civilización, poco a poco va experimentando el crecimiento de su cuerpo. Un día Nicolas es apartado del resto de niños y recibe un extraño tratamiento médico. La relación con su enfermera y su rebelión contra las normas marcadas marcarán un camino tortuoso que le llevará a conocer paisajes y acciones humanas desconocidas.


Para hablar de una película tan especial como Evolution existen dos opciones: describir la experiencia que supone visionar la película o intentar descifrar la historia desde un punto de vista estrictamente personal. Las dos posibilidades pueden parecer antónimas, pero en verdad son complementos casi inseparables, ya que las películas de Lucile Hadzihalilovic impactan a nivel sensorial para, posteriormente, desplegarse como un conjunto riquísimo de ideas y de matices. Con una particularidad: el espectador que no haya accedido al universo de la obra difícilmente podrá llegar a consideraciones o lecturas demasiado profundas. Así es la filmografía de la cineasta gala: un cine rocoso con tendencia a los silencios y a la contemplación, formado por unos fotogramas que pueden resultar evocadores o, simplemente, una tortura. 


El argumento de Evolution retoma las constantes de Innocence y las completa con una atmósfera gótica, marina y femenina que recuerda a los mejores relatos de H. P. Lovecraft. Hadzihalilovic trabaja a partir de sensaciones y de intuiciones, por lo que intentar racionalizar su discurso sería un grave error. Evolution no es una película narrativa, así que no puede explicarse: ni tan siquiera puede trazarse una sinopsis al uso. Así que puestos a precisar la experiencia fílmica de Evolution, puede decirse que el film es un viaje hipnótico e incómodo a las interioridades de una isla con muchos secretos. Y si se trata de poner un poco de concierto a los 70 minutos de metraje, el film me parece la alegoría de una maternidad que, al no querer hacer frente al crecimiento de sus retoños, idea un sistema cruel para perpetrar la especie y parapetarse del mundo real que se esconde mar adentro. También el recorrido de un niño que, al tomar conciencia de su cuerpo y de su entorno, pone en jaque el orden establecido hasta acabar expulsado de un paraíso que nunca fue tal. Pero todo lo dicho puede ser una aproximación acertada o no, incluso puede cambiar en futuros visionados. Vaya, que con Evolution sólo existe un consejo: véanla. Para amarla profundamente u odiarla de forma visceral.


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 Para cinéfilos que bucean aguas extremas.
Lo mejor: Su libertad semántica y su claustrofóbica atmósfera.
Lo peor: Es tan abstracta que recibirá palos por todos los lados.

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