viernes, 9 de diciembre de 2011

Vaguedades sobre la crisis: Crítica de MARGIN CALL

Es inevitable comparar Margin Call con otras películas que tienen como coyuntura narrativa la crisis económica que estalló en septiembre de 2008. La más celebrada ha sido el documental Inside Job, un documento de gran valorar didáctico y cinematográfico capaz de generar un thriller tensísimo partiendo de los verdaderos sucesos y sus reales protagonistas. Margin Call se sitúa estratégicamente en 'la noche 0', en las horas de incertidumbre, en el descubrimiento de la tormenta que vendría tras años de calma, bonanza especulativa y alardes capitalistas. Pero Margin Call se equivoca a la hora de encarar su discurso. Inside Job lo tenía todo en contra para resultar una mera acumulación de datos y gráficos, y Margin Call tenía a su favor contar con la libertad que supone encarar o interpretar la realidad desde los bastos mundos de la ficción. Se han cambiado las tornas. Margin Call es una película espesa, poco explicativa, bastante ensimismada en un discurso económico que no resulta ni claro ni cercano. No hay ningún tipo de tensión porque sabemos de antemano qué contiene el pen drive que inaugura la trama. Los personajes, aunque excelentemente interpretados (nos quedamos con Spacey y Irons), resultan del todo ambiguos, de forma que no sabemos si estamos ante las primeras víctimas o los verdugos inmediatos del crack. Y el hecho de que la película sea la crónica del preludio de algo que no vemos no dota de fuerza al conjunto: uno está en su derecho de pensar que la verdadera película empieza allí donde acaba el film. Con otros temas sobre la mesa y en otro momento histórico hubiera sido diferente, pero ahora Margin Call es del todo inútil, poco pedagógica, nada reflexiva. Sirve, eso sí, como excusa para intuir cómo pueden ser los que ocasionaron y gestionan este período de vacas flacas. También como interesante cuento sobre qué ocurre en esos grandes edificios de la Gran Manzana cuando todos los empleados duermen en sus casas, los ordenadores restan encendidos y la otra realidad proletaria de las oficinas sale a escena para limpiar las papeleras de los ejecutivos pudientes (fíjense en la escena del ascensor, lo más estimulante de la cinta). Todo lo demás es un error de cálculo: Margin Call está escrita 'a toro pasado', fabulando el inicio del fin desde las tinieblas de la crisis, con lo que carece de inventiva y de perspectiva. Convencerá a los ingenuos menos exigentes, aunque resulta divertido pensar que en ese mismo bloque, o en otros circundantes, el Gondon Gekko de Wall Street (Oliver Stone, 1988) compraba y vendía acciones ignorando la luz roja a punto de encenderse.


Nota: 5'5

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1 comentario:

Anónimo dijo...

No puedo estar más de acuerdo con tu comentario. A la mitad de la película, abrí otra ventana del navegador y empecé comentar fotos de mis amigos en facebook.
Un abrazo.
Juan