viernes, 2 de diciembre de 2011

Como gente civilizada: Crítica de UN DIOS SALVAJE (CARNAGE), de Roman Polanski

A Lady Sydonia: el cine es literatura, ¿verdad?

El ser humano se ha aburguesado. Hemos organizado nuestras vidas en torno a una familia y a unos hijos. Vivimos en un apartamento que forma parte de un bloque de pisos situado en un barrio dentro de una ciudad. En el gran conglomerado del mundo globalizado ocupamos un pequeño gran lugar: tenemos un número de móvil, una dirección mail y un perfil de Facebook. Pero nuestro origen está en el hombre de las cavernas, y nuestro lado salvaje sigue latente, reprimido por una sociedad alimentada de apariencias, con sus reglas del decoro y su rechazo a la no compostura. Se nos pide actuar con sensatez, ser gente civilizada y resolver los problemas como adultos. A nivel social se valora la sinceridad (es fácil oír eso de 'yo digo las cosas a la cara', o 'yo hablo clarito', u 'odio la gente falsa'), pero a la hora de la verdad ni somos sinceros ni podemos serlo: quedan fuera del sistema aquellos que faltan a la verdad, pero también los que en favor de una supuesta franqueza acaban hiriendo al otro, recurriendo a un lenguaje vulgar o enemistándose con todos. Se premia al que es popular y al que tiene muchos amigos, pero hoy en día tenemos muchos amigos en Twitter y pocos compañeros de confianza con los que ir a tomar un café. ¿Por qué pedimos a los demás que sean sinceros si nosotros somos los primeros en autoengañarnos?


De todo esto habla Un dios salvaje, una película sencilla articulada sobre una anécdota (la pelea de dos niños en un parque de Brooklyn), cuatro personajes (los padres de las criaturas) y un espacio (el piso elitista de una de las parejas, reflejo de un estamento pudiente lleno de inseguridades). La película adapta la obra de teatro de Yasmina Reza, y Polanski lleva el guión a su terreno: de nuevo, el director de La semilla del diablo o El pianista consigue construir una trama de catarsis y locura, una comedia a cada minuto más negra, un thriller tensísimo y un drama social. En Venecia algún malicioso dijo que Un dios salvaje había sido rodada por el equipo de segunda unidad de Polanski, pero realmente se intuye la mirada de Polanski detrás de las imágenes. Ahora bien: es pese a todo un título menor, y no solo por su minimalismo formal, dentro de la filmografía del genio polaco. Un dios salvaje funciona como comedia adulta que toca temas adultos, pero realmente no aporta demasiado a la obra de teatro original. Siempre resulta discutible que los personajes no quieran salir del salón de la casa y algunas de sus actitudes son un tanto exageradas. Aún así, todo está en sintonía con lo que Polanski y Reza quieren contarnos, a sabiendas de que los frentes de debate que abre la película son más interesante que el film en sí mismo (como pieza de arte, tanto estética como narrativa). En resumidas cuentas, Un dios salvaje dista de ser un film brillante, o de ser una buena película, incluso de ser una película in strictu sensu, pero logra que el espectador salga pensando 'qué hubiera hecho yo ante una situación como esa en un lugar similar' (nosotros también tenemos ese 'iphone', ese 'bolso' o ese 'libro de arte' cuya ausencia, pérdida o maltrato nos lleva a perder los estribos). Un mérito que en estos tiempos de crisis y confusión se agradece.


Nota: 6

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3 comentarios:

Daniel Bermeo dijo...

Interesante la reflexión Xavi, aunque creo que conmigo el film funcionará mejor... no sé, muero por verla, pero tendré que esperarme... Y no hablaste del reparto! ¿Quién se destacó mas? Un abrazo!

Xavicinoscar dijo...

Supongo que si te gusta un cine dialogado te encantará Un dios salvaje. Ganan ellas. Mi orden de preferencia:
1. Winslet
2. Foster
3. Waltz
4. C. Reilly

Saludos!

Anónimo dijo...

Una basura de pelicula, los 30 primeros minutos... Mas o menos hasta q vomita la falsa, de alli una completa perdida de tiempo! No se como Foster puede sobre actuar tanto!
En resume: no pierdan el tiempo viendo esta basura! (la vida es corta)