Picapleitos rompetechos... y una novia que vale un Óscar
MI PRIMO VINNY (MY COUSIN VINNY), de Jonathan Lynn
Óscar a la mejor actriz secundaria para Marisa Tomei
EE. UU., 1992. Dirección: Jonathan Lynn Guión: Dale Launer Fotografía: Peter Deming Música: Randy Edelman Reparto: Joe Pesci, Marisa Tomei, Ralph Macchio, Mitchell Whitfield, Fred Gwynne, Lane Smith, Austin Pendleton, Maury Chaykin, Bruce McGill Género: Comedia Duración: 115 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 22/05/1992
¿De qué va?: Dos jóvenes son acusados de asesinato injustamente. Con el agua al cuello, sin dinero, encerrados en la cárcel y sin nadie a quien recurrir, ambos deciden que Vinny, el primo de uno de ellos, sea su abogado. Lo que no saben es que Vinny ha aprobado la carrera de Derecho de pura chiripa tras años de suspensos y que no tiene ninguna experiencia laboral. La resolución del caso pinta bastante negra...
Muy probablemente no estaríamos hablando en pleno 2017 de Mi primo Vinny, una comedieta entretenida pero bastante insustancial, si en su momento no hubiera ganado por sorpresa (y para perplejidad de muchos) el Óscar a la mejor actriz de reparto. Marisa Tomei pasó a la historia la noche del 29 de marzo de 1993, y con ella también quedó para los anales cinéfilos este ejercicio de humor judicial. Ahora citamos a Tomei, pero en su día Mi primo Vinny se ideó como vehículo para el lucimiento de Joe Pesci, que por aquel entonces vivía un momento muy dulce gracias a la estatuilla que consiguió con Uno de los nuestros y al éxito de taquilla de las sagas Solo en casa y Arma letal. El personaje de Vinny, un abogado tan inocente como torpe, encaja a la perfección en el prototipo chistoso que Pesci interpretaba a inicios de los 90 (y que el propio actor acabó denostando, hasta el punto de retirarse de la profesión algunos años después). Si bien puede parecer que Mi primo Vinny es una sátira con pocas luces, cabe decir en su favor que la trama, a pesar de su dilatado metraje, nunca llega a aburrir. Tampoco decepciona, porque enseña todas sus cartas desde el minuto uno. Es más: el espectador contemporáneo agradecerá su ausencia de pretensiones, su descaro sin dobles lecturas y su sentido nada soez del espectáculo cómico. Y a todo ese conjunto, como no podía ser de otra manera, aporta notablemente una Marisa Tomei desinhibidísima que concentra todas las grandes escenas de la función (su surrealista confesión en el juicio se puso al público y a la Academia en el bolsillo). En definitiva, Mi primo Vinny es una película con más atractivos de los que apunta su leyenda. Tomei ya no tiene que demostrar a nadie la gran actriz que siempre ha sido. Lo mismo le sucederá al film de Jonathan Lynn, por mucho que su abogado defensor sea tan desastroso como el de la ficción. Y si no, tiempo al tiempo.
Para amantes de las comedias blancas.
Lo mejor: Marisa Tomei.
Lo peor: Podría estar muchísimo más pasada de rosca.
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