Existen pocas carreras tan largas e intensas como las de Claude Chabrol. Miembro de la Nouvelle Vague, crítico de cine y director incansable, su silueta oronda, siempre con sus chalecos de lana y puro en mano, ya es historia viva del cine francés. Cada uno de sus estrenos es un atrevimiento, una forma de recuperar estéticas y narrativas que el cine comercial ha relegado casi al olvido. Y es por ese riesgo retro que el cine de Chabrol puede considerarse moderno, necesario, único. Director de actores, maestro del cine negro y poseedor de un cine literario, cinéfilo, pausado, su carrera se daba por concluida a mediados de los 90, justo en el momento que La ceremonia y esta En el corazón de la mentira volvió a situarle en la primera división de la ficción europea. Resultado de la experiencia, En el corazón de la mentira es un relato plagado de símbolos, referencias, ironías y sombras; un film noir que puede disfrutarse como trama criminal y como gran metáfora de una mentira colectiva, aquí la maldad e hipocresías de un pueblo costero. Las obsesiones de Chabrol vuelven en todo su esplendor: la película colecciona muertes, diálogos punzantes y una atmósfera enrarecida. Un corazón vivo y turbio que nace de la muerte de una niña y continúa con una investigación de resultados sorprendentes.
René es un profesor de dibujo que vive dando clases a niños pequeños. Una de sus alumnas aparece estrangulada y todas las sospechas recaen sobre él, la última persona que vió a la pequeña con vida. Esta excusa argumental es el contexto perfecto para explicar varias historias de amor fou y crímenes: la relación del pintor, un lisiado con heridas, y su mujer, una enfermera contradictoria; la aventura amorosa de nuestra enfermera con un escritor de éxito, siempre orgulloso, repelente, altivo; la nueva actividad de la comisaria, una recién llegada al pueblo y una Valeria Bruni Tedeschi emulando el oficio y la estética de Danah Scully; y el día a día de todo el pueblo: las conversaciones en las tabernas, la inauguración de un teatro o la televisión local como marco perfecto del horror. Hay un asesino, pero los pecadores son muchos: tan culpable es el que mata como el que encubre, el que chismorrea como el que acusa. La nómina de diablos es inmensa y todos tienen el rostro de grandes actores: Sandrine Bonnaire, Jacques Gamblin y Antoine de Caunes entre un largo etcétera. ¿No tienen curiosidad por desentrañar este expediente X?
Lo que otros hubieron filmado como mera trama televisiva, Chabrol logra un cine sutil de alma social. Sus seres son oscuros y el espectador sentirá durante todo el metraje una asombrosa sensación de asfixia. Vuelven las familias taradas, la burguesía corrupta y corrompida que tanto le gusta contemplar al maestro. No llega a la altura de La flor del mal y tampoco es tan subversiva como La ceremonia, pero el corazón, servido frío y sin entrantes, es un plato duro, ahora una delicia que conserva su sabor once años después. Acérquense a esta red de mentiras.
1 comentario:
muy buen pos ty excelente peli. Chabrol es un tipo como vos decís pero además muy variado y un tanto irregular, creo. Bueno, alguien que hizo tanto, creo que es comprensible. Por acá criticaron bastante pero a mi me gustó bastante también "Bellamy" un homenaje bien logrado y con historia propia. Y también esta. Pero no las dos anteriores
Saludos
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