martes, 22 de junio de 2010

Crítica de BAARÌA

Tornatore es uno de los pocos representantes del llamado 'cine nostalgia'. El director italiano habla siempre de un pasado mejor y sus historias inspiran una morriña hacia un tipo de cine que ya no se realiza: las superproducciones de época con ecos de comedia amable y western. Baarìa es ambiciosa pero a la antigua: ya nadie se atreve a contar en orden cronológico y con dos horas y media de margen el romance entre un joven comunista y la chica más guapa del pueblo. Y pocos, todo sea dicho, se atreven a pautar con incontables fundidos en negro una historia que parece el montaje sin fin de una sucesión de anécdotas y ñoñerías varias. Baarìa, para ser fiel y digna de esos títulos que evoca, debería ser épica, entretenida, deslumbrante... y no lo es, básicamente porque Tornatore, emborrachado aún de su Cinema Paradiso, ha confundido la memoria con la repetición, el recuerdo con la anacronía. Compendio de trama política y familiar, dignificación de la vida de barrio e imitadora del surrealismo felliniano, Baarìa llega tarde (inauguró el Festival de Venecia 2008) y a destiempo (hubiera entusiasmado cincuenta años atrás, en esas sesiones contínuas tan movidas que a Tornatore le encanta filmar). No creo que la Italia de Beslusconi precise este retrato tan enamorado de sí mismo, triunfalista y lacrimógeno de la vida rural de antaño, y más cuando aún recordamos Gomorra o Il Divo, más ácidas, más auténticas. Baarìa se deja ver por su cuidada escenografía y porque Tornatore, como el autor grande y veterano que es, tiene momentos de un lucimiento admirable (la narrativa circular que abre y cierra el relato es excelente). Baarìa, en definitiva, se salva de la quema, eso si logramos olvidar que el pastiche ha costado 25 millones de euros en una Europa de déficit y que nuestra Ángela Molina está sobreactuadísima.



A pesar de los pesares, admiro el temple de la industria italiana por posibilitar una ficción como esta. En España no estaría exempta de polémica y difícilmente encontraríamos buenos niños actores que diesen vida a esas calles tan soleadas. Tornatore puede sentirse un privilegiado porque Baarìa no es para nosotros, sino para él mismo: tiene el valor sentimental de aquello que se cuenta en primera persona, pero a modo de monólogo, no de diálogo (y ello nos apena). Baarìa tiene escenarios de lujo pero el corazón de cartón, tal es su incapacidad de emocionar. Realismo mágico a medio gas, en definitiva. Tornatore debería repensarse eso de 'renovarse o morir'. No hay peor vejez que vivir de lo que se hizo veinte años atrás...



Nota: 5'5

3 comentarios:

Giancarlo Verástegui dijo...

Comparto(y comprendo) sólo en parte tu crítica, pienso que Baarìa sea la película más personal y sincera de Tornatore, un indiscutible acto de amor a su tierra y debe ser vista como tal, como un verdadero homenaje al séptimo arte sin pretenciones...un auténtico gusto visual como hacía tiempo no se veía en la cinematográfia italiana.

Saludos!!!

Daniel Bermeo dijo...

No la he visto aún, pero un amigo la vio y me la recomendó, asi que cuando tenga la oportunidad la visionaré y daré mi critica.

Saludos!

raul dijo...

Nose que queres q te diga Tornatore, a mi me encanto, me gusto mucho quizas vos no le encontraste sentido pero cuando la vi me quede enamorado .