viernes, 11 de marzo de 2011

Thriller argentino con conciencia: SIN RETORNO

¿Viviría con la conciencia tranquila si supiese que un hombre está pagando por un delito que en verdad he cometido yo? Esa es la pregunta que propone Sin retorno, sumamente compleja y atractiva. Premiada en la Seminci vallisoletana, la película nos recuerda que el cine se compone, ante todo, de empatía. La cinta entrega su algo más de hora y media en mostrar paso a paso el devenir de un caso más, acaso una anotación al pie de página de la crónica negra de cualquier país civilizado, con el añadido que 'ese caso' es 'nuestro caso' y el espectador lo vive como propio. Sin retorno demuestra que el cine sigue siendo capaz de conmover y mover consciencias, y todo queda rodado a través de una mímesis o fidelidad a una realidad más que plausible que el espectador vive como angustiosa. Sin retorno nos mantiene en un constante estado de tensión y no es difícil comprender a todas las partes implicadas, ganando en perspectiva respecto el sensacionalismo televisivo o el consumo de noticias que vivimos en nuestro día a día. De eso también habla Sin retorno: de cómo lo medios de comunicación popularizan algunos sucesos criminales hasta desvirtuar el discurrir normal de la justicia, añadiendo una presión popular que siempre deja más víctimas que beneficiarios. La cinta toca además temas tan sugerentes como la deshumanización de la sociedad acomodada, incluso llega a evocar títulos como El vídeo de Benny de Haneke (obviamente, sin la frialdad, la lucidez y la maestría del austríaco). Sin retorno propone un sinfín de cosas y en cierto sentido abarca mucho y aprieta poco. Y aunque la narración de ese crimen se me antoje un tanto ampulosa (los argentinos se pierden en los diálogos, y no es por seguir el cliché), el final es tan indiscutible como cortante, inesperado, ambiguo y en parte desalentador. Película triste, juego de cine social y thriller sobre la venganza y la redención. Porque sin tener en cuenta la desazón que respira el último plano y el pensar 'qué ocurrirá después', en paralelo a sus posibles virtudes como obra artística, Sin retorno es un dispositivo que urga en el interior de su audiencia; y su fuerza se desvela tiempo después del visionado, cuando el espectador reflexiona qué haría en el caso de ser él el que estuviese en el momento y lugar más desafortunados. Denle una oportunidad a Sin retorno, una película bigger than life, inquietante por su cercanía y verosimilitud, dirigida con aplomo e interpretada más desde el compromiso por la causa que desde el oficio (aplaudo a Bárbara Goneaga y su muy bien estudiado acento ché). Más o menos buena, eso dependerá de cada uno, pero hay que verla.


Nota: 7

1 comentario:

ElChapa dijo...

"Conciencia Sucia" le puse yo al especial que incluyó, entre otras, a esta peli. No sé si pasaste a leerlo, pero coincido con lo que decís de peli. Verla acá para nosotros es más fuerte, por otras cosas.. porque es de género y busca convocar y es realmente buena; entonces es, además del resto, una grata sorpresa!

Saludos Sospechosos!