jueves, 4 de marzo de 2010

Crítica de DISTRITO 9 (DISTRICT 9)

Su éxito en taquilla no hacía presagiar que District 9 conseguiría aguantar el peso del tiempo y colarse en la carrera de los Oscar. Aunque admite matices, y a remolque de todo lo que se ha dicho sobre el film, sus cuatro menciones para la gala del domingo no me parecen injustas: su entrada en la terna de finalistas obedece a la mentalidad y costumbres de la Academia (con mayúscula, que no se enfaden). District 9 equilibra sus despropósitos, su naturaleza friki, con un in crescendo dramático que, si bien se ha publicitado como documental, la palabra más adecuada abraza la 'mezcla', el 'remix', el 'experimento suicida'. No opta por un género concreto, da tumbos durante todo su metraje y, al final, el espectáculo es más vivo y su héroe es más complejo que el de Avatar, hermano fantástico del que District 9 reniega. No es gratuita la relación con Cameron porque ambos films se disputarán el oro este domingo y porque Blomkamp, imaginamos que fanático del fantastique, rememora en su último tramo títulos como Terminator 2. District 9 es contradictoria, festiva, juvenil; nace como una broma de mal gusto con tintes sociales y termina en lo más alto con una lucha cuerpo a cuerpo, con una pugna entre sobrevivir o morir en un mundo que no comprende las complejidades genéticas y las desdichas del protagonista, bufón, supermán, robot, periodista cachondo y cabeza de turco de incontables errores gubernamentales. Es demasiado tarde para reivindicar una nominación a mejor actor (¿afirmación o pregunta?), también para considerar de verdad su candidatura, pero District 9, como diría (y ha dicho) Cameron, ya tiene el favor del público, quién sabe si por simple asociación a nombres como El proyecto de la bruja de Blair, Monstruoso o REC. Más de lo que parecía.


El temor al 'otro' y la tendencia norteamericana a colonizar todo y a todos sobrevuela District 9 a modo de crítica indirecta y show mutante. Alucinante y alienígena, rabiosa y en el fondo convencional, District 9 es una parodia de las películas de acción yanki, también una sui generis seguidora de la tradición blockbuster, y también una coherente trama que defiende su invento de forma realista, a capa y espada: en caso de tener visitantes espaciales en nuestro mundo, ¿no sucedería algo parecido a lo que retrata Blomkamp aquí? Dirán que es una tomadura de pelo, que no tiene ni pies ni cabeza... y no les faltará razón. Pero este analista se ha sentido más identificado con este pampanatas infectado que con el marine herido de Avatar. Los caminos cinéfilos y cinematográficos son inexpugnables: por eso District 9 ha gozado de tanta aceptación y por eso el cine de acción, muy prejuiciado desde la esferas más críticas, puede regalarnos aún títulos de nivel. Adorable fantasmada: mucho ruido y algunas nueces interesantes (reinventando el refrán).


Nota: 7