A mi madre, porque ésta es la única película de estos Oscar que ha visto. ¡Qué mal!
El viaje curtidor de la joven Jenny transcurre, paradójicamente, en paralelo al crecimiento profesional de Lone Scherfig que, en calidad de directora, abandona la fría Dinamarca (a nivel cinematográfico, en ebullición) para realizar su primera película en tierras inglesas. Y si el viaje es el leitmotiv del conjunto, no menos notable es su actriz, una Carey Mulligan de porcelana que rememora la fragilidad de Emily Watson y la elegancia de las damas de Mad Men, por citar una reconocida franquicia con la que An education comparte tiempo histórico, esencia y estética. Lástima que, en este caso, la visita sea una almibarada mezcla de C.R.A.Z.Y. y La sonrisa de Mona Lisa, poca enjundia para un título de Oscar. Aunque liviana y bien realizada, siempre agradable, la película se desvela inconsistente: poca credibilidad merece la bohemia que abraza la inocente protagonita, como tampoco ese estamento social, familiar y escolar estricto que, por conocido, acaba resultando una sátira con tintes sociales totalmente fallida (ahí está el personaje de Alfred Molina, padre díscolo, bufón de la función y secundario de lujo). Demasiado rígida cuando debería despeinarse (la visita a París es más estética que bella), totalmente mermada de sensibilidad en sus momentos cumbre (la revelación final es tan aséptica como previsible), An education funciona como película de sobremesa y escaparate de cuantos geniales actores británicos pueda recordarse (aquí hay cabida para Emma Thompon, Dominic Cooper y Sally Hawkins entre otros). Al final, todo es demasiado leve y cualquier debate sobre la metafórica educación del título pierde fuelle. Su incursión en los Oscar no hubiera sido posible sin la ampliación de la categoría reina, aunque, todo hay que decirlo, Carey Mulligan tampoco está a la altura de la preciada estatuilla. Pasa rápido, se ve sin dificultad y parece que la olvidaremos con igual rapidez. Será que los ingleses, como reza la bohemia Jenny entre discos de Jacques Brel, son demasiado aburridos.
An education encuentra su identidad en una narrativa tradicional, conservadora; una sorpresa para alguien (Scherfig) que en su día creó bajo los dictámenes del Dogma de Von Trier y Vintenberg. Sí queda, pese a todo, un poso femenino y feminista bastante acorde con el conjunto. La mujer como figura denostada y eterna víctima del sistema asiste aquí a su última representación, dejando espacio a la complejidad judía y un breve apunte a los ciudadanos afroamericanos que (mal)utiliza el personaje de Peter Sarsgaad para ganarse la vida. Los sueños y la rutina, las esperanzas y las obligaciones, el proletariado y la burguesía... hemos visto esta película mucho antes, pero An education, pese a todo, es una cinta sólida totalmente coherente con sus posibilidades e intenciones (no estamos y en ningún caso quiere codearse con Leigh, Frears o Loach). Todo pasa y todo queda, y el destino de An education es pasar sin estatuílla y sin demasiada incidencia (a los hechos nos remitimos: su estreno en España ha sido fugaz). El tiempo dirá si la jugada supone el despertar (porque todo en An education es juvenil, inicial, inestable) de Carey Mulligan como actriz y star planetaria.
1 comentario:
Le dí un 5, pero aún así coincidimos en el visionado. Brindis por eso jeje
Saludos Xavi!
PM
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