a Cristian y a Rafa

No había reparado en
Padre de familia hasta que mis dos compañeros de piso, entusiastas e insistentes, llegaron a contagiarme su fascinación por la serie. Pieza fundamental de las sobremesas de La Sexta, la serie es la competidora más notable de
Los Simpson, aunque sus formas y temáticas, típicamente yankis, no remiten de forma directa a un público europeo, universal. Es más: las diferencias entre ambas series son tantas y tan variadas que no podemos hablar de dos parejas sinónimas, sino de dos productos complementarios, no commutables y siempre interesantes. Los programadores de La Sexta y Antena 3, seguro que involuntariamente, han creado el perfecto complemento: cuando acaba Homer Simpson empieza Peter Griffin, una perfecta combinación en la que puede verse parte de la evolución y la historia de la televisión, la ficción y la animación contemporánea. En este cambio, las historias han perdido su primacía a favor de las referencias, guiños y homenajes a otras series, talk-shows o elementos de la cultura norteamericana, elementos que a veces se nos escapan. También puede detectarse un embrutecimiento de las tramas, una pérdida de la sutileza, del poder de los símbolos: los diálogos de
Padre de familia apuntan directos como flechas y a veces, en su esfuerzo por ridiculizar algo o a alguien, consiguen herir.
Padre de familia es mucho más hiperbólica, inflada y exagerada que sus émulos amarillos, un intento brutal de satirizar el
american way of life sin complacencias.

La serie peca de ser demasiado directa y su estructura muestra varios gags solapados, una estrategia que funciona pero nunca llega a resultar tan satisfactoria e imaginativa como la de
Los Simpson. En esta colección de referencias, merece un apartado especial las citas a películas clásicas y actuales, un ejercicio que el cinéfilo agradece. Esto sirve para justificar que
Padre de familia copia muchos elementos de sus precedentes animados, una copia casi necesaria porque la idea inicial de
Padre de Familia es pareja a la de, por ejemplo, y salvando las distancias,
American Dad. El componente friki, diferencias y semblanzas a parte, ha beneficiado a las series de nueva creación, con lo que productos como
Padre de familia se pueden permitir excentricidades, cambios contínuos de guión, chistes de todo tipo y digresiones visuales o argumentales que no reunían las primeras temporadas de los personajes de Matt Groening. Radical, joven y muy adictiva, la serie tiene garantizado su pequeño trono dentro de la historia televisiva. Pese a esto, es difícil (casi peligroso) imaginar una serie venidera más hiriente y gamberra que
Padre de familia. El tiempo decidirá.