martes, 17 de abril de 2012

Bro Brother: Crítica de OFFSCREEN

Uno de los argumentos que muchos presentaron en su día para desprestigiar el cine nacido del Dogma 95 era que, en contra de lo que parecía intuirse de ese decálogo de reglas, las películas inscritas en ese movimiento distaban de ser 'verdad' o historias 'puras' o 'realistas'. Podríamos debatir esta cuestión, y seguramente entraríamos en el terreno del lenguaje del cine o el arte de la representación, algo sumamente complejo y profundo. Sí diremos que detrás de cada película hay un autor con su mirada, su discurso y su personalidad: en el momento que el director dirige está eligiendo una perspectiva y, en resumen, actuando de modo subjetivo. El Dogma 95 tuvo y tiene mayor importancia de la que parece, no porque sobre el papel haya democratizado el medio cinematográfico, sino porque ha cambiado nuestro modo de producir y recibir imágenes. El Dogma 95 se sitúa estratégicamente a finales de los 90, antes de que naciese una corriente de cine de terror con el estilo 'cámara en mano' y antes también de que la estética a lo Gran Hermano llegase a todos los géneros, tanto televisivos como cinematográficos, al fin y al cabo audiovisuales, que conforman nuestra sociedad de consumo y nuestra cultura como espectadores. Parte de ello está en Caché (Escondido), película ante la que no importa tanto ver o descodificar lo que se nos está contando, sino darse cuenta de que lo que se vé siempre está manipulado, alterado. La verdad puede no existir, y de existir podría no ser cierta. La eterna paradoja de la imagen y su reflejo ante el espejo del arte. Y aunque el Dogma 95 no haya cumplido su ingenuo pero interesante objetivo, ¿quién le puede negar el interés del que todavía es el único movimiento cinematográfico reciente?


¿Dónde situamos una película como Offscreen en medio de esta disertación? Por un lado, hay que interpretar que el film parte de una herencia muy anterior al Dogma 95: la historia de amor que enloquece al protagonista o el metalenguaje formal de cine dentro del cine cuenta con mil y un referentes. Pero sin duda es hija del Dogma 95, y eso la convierte en una película fronteriza, visagra entre el mundo Dogma y las nuevas mutaciones de un cine aparentemente sencillo y desaliñado al que los no iniciados llamarían experimental o de bajo presupuesto. Todo ello hace de Offscreen una especie de pastiche extraño que mira a Los idiotas pero también a El proyecto de la bruja de Blair, que emparenta con ciertas tónicas del nuevo cine documental y que a su vez recrea un Big Brother con final paranoico (o Bro Brother, si tomamos el nombre del actor protagonista). Obviamente el Dogma 95 inicial no aspiraba a tanto, y en parte murió porque a medida que se inscribían nuevas películas bajo la normativa del decálogo iban entrando en contradicción con la teoría del mandato (ni tan siquiera Celebración, primer título dogma, respeta al pie de la letra su impostado manual de fabricación). Offscreen demuestra que el Dogma 95 sigue coleando y todavía tiene la capacidad de sorprender a nuevos espectadores. Sigue intacta la inventiva, los ánimos de provocación y una mezcla entre sátira festiva y crítica dilapidaria. El Dogma arrancó en el 1995. Offscreen es una película danesa del 2006 y demuestra que el estilo y la ética Dogma sigue vigente.

Nota: 6

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