miércoles, 21 de abril de 2010

CARTA A TIM BURTON

TOMA 1. Intento de carta 1. Foto: Burton con su amiguito huesudo. ¿O será imaginario? Quién sabe.

Querido señor Burton:

Este bloggero no tenía fuerzas suficientes para escribirle unas líneas, básicamente porque nunca había entendido su cine. Usted es el protagonista del mes y ha conseguido pasar a mejor vida la fama y las cifras de Avatar. Pero la gesta no fue buscada, tampoco su condición de estrella. Nunca ha seguido las modas porque, sin ser consciente, usted las ha creado. Nos despista, señor Burton: continúa siendo el nerd de siempre con su estética lúgubre, casi inexpugnable. Qué piensa, come o siente Tim Burton es un auténtico enigma y usted vive de lo que esconde e insinúa, no de lo que muestra. Es un mago y sus trucos nos desconciertan. Ahora viaja, o vuelve a viajar, hacia el País de las Maravillas y, sin quererlo (como todo, como siempre), ha roto sus propias reglas. Nunca ha sido comercial, pero tampoco plato de pocos; por ello, espero que entienda la decepción que supone para muchos que abrace y siga los esquemas hollywoodienses. Quizás todo forme parte del embrollo y sea uno de sus nuevos números: como buen prestidigitador, sigue inquietándome. Quiero escribirle y no sé qué decir... volveré a empezar.


TOMA 2. Intento de carta 2. Foto: Burton (aunque podría ser la cara de un colgado del montón) con el pin de Batman (aunque podría ser perfectamente un porro de diseño).

Querido señor Burton:

Usted entiende el cine como un exorcismo a todo color. Parece que sus protagonistas funcionan como alter egos personales, algo que, creo, nos debería preocupar. Su estilo es barroco y nos reta. Tanto adorno hastía: aguanto la primera hora de sus propuestas, pero los tramos finales siempre me provocan asco, pena o tedio. Forma parte de la modernidad y del conocimiento cinematográfico de los menos expertos, pero sus seguidores aman el aspecto visual de sus películas; algo, en el fondo, banal. ¿Demasiados peros, no? Todo en usted resulta ecléctico y a la vez coherente. Debe estar contento: ahora es el presidente del Festival de Cannes, un honor que le catapulta como autor respetado en los dos lados del charco. Decir que a uno no le gusta Tim Burton es un atrevimiento y es políticamente incorrecto. Ya ve que no me corto: hablo de Alicia sin haberla visto, pero es que tampoco la quiero ver. ¿Busca dinero o el respeto de la industria? Ahora lo tiene todo y ello aumenta mis contradicciones y mis ganas de escribir. No resulta indiferente, algo básico porque el cine malo es el que no provoca ni pasiones ni enfados. Usted ni me causa alegrías ni me enerva; no es un estorbo, pero viviría mejor sin sus experimentos en la cartelera. ¿Había dicho que era tímido? Rectifico.


TOMA 3. Intento de carta 3. Foto: Burton in his world. Imagen bucólica; ideal, pero de la muerte... (toma juego de palabras).

Querido señor Burton:

Su mujer, a la vez su actriz fetiche, asegura que no sabía nada de los escenarios de Alicia mientras rodaba la película. Efectivamente, nadie sabe nada, tampoco Johny Depp, al que convierte en sombrerero protagonista por defecto, por vicio o, quien sabe, por imposición comercial. Todo el mundo quiere trabajar con usted porque es una referencia, una marca, un sello. Cómo salir airoso de esto: sus adaptaciones de Batman me resultan patéticas, La novia cadáver está, efectivamente, más muerta que viva, El planeta de los simios causa vergüenza ajena, Sweeney Todd me satura, Bitelchús me asusta y Eduardo Manostijeras, típica y tópica, no pudo cortarme ni un pelo. Usted no tiene un pelo de tonto: ¿todo obedece a un plan meditado o al caos del alquimista? Ahora sé el motivo de tanta verborrea. Esto no es una carta hacia Tim Burton, sino la chapucera evocación de un deseo: que Tim Burton en persona me explique qué, cuándo, cómo, por qué y dónde. Conoce mi dirección y espero respuesta. No tenga miedo, aunque su cine dibuje una personalidad enfermiza y reservada (¿o es todo lo contrario?). Un saludo.

Xavier Vidal