Hubo un tiempo... un verano... en un bosque...
THE KINGS OF SUMMER, de Jordan Vogt-Roberts
EE. UU., 2012. Dirección: Jordan Vogt-Roberts Guion: Chris Galletta Fotografía: Ross Riege Música: Ryan Miller Reparto: Nick Robinson, Gabriel Basso, Moises Arias, Alison Brie, Nick Offerman, Megan Mullally Género: Comedia juvenil Duración: 90 min. Tráiler: Link
¿De qué va?: Joe, Patrick y Biaggio quieren vivir el verano de sus vidas. Aunque sus padres han hecho planes para ellos, los tres deciden unirse en una descabellada aventura: vivir en una cabaña en mitad del bosque, sin objetos de lujo, en comunión con la naturaleza, sin horarios ni preocupaciones. Lo que no saben es que sus padres organizarán una redada para encontrarlos. Eso... y que el verano les deparará muchas sorpresas.
Hubo un tiempo en el que éramos felices. Un tiempo de ingenuidad, de tardes estivales sin demasiado que hacer. Un tiempo en el que creías tener todo el tiempo por delante, que el mundo se arrodillaba ante tus pies, que todo era posible si luchabas por ello. Un tiempo donde todo se vivía por primera vez, en el que todo resultaba excitante. Un tiempo en el que jugabas sin parar y charlabas con tu mejor amigo hasta la salida del sol. Un tiempo que a lo mejor no vivimos en su momento, pero que ahora intentamos rescatar del baúl de los recuerdos. Y uno no sabe si recuerda lo que quiere o lo que puede, si inconscientemente adapta esos recuerdos a las conveniencias del presente o si en realidad idealizamos aquello que los mayores llamaban 'edad del pavo' y que para nosotros era, sencillamente, 'adolescencia'. Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor. Tal vez eso sucede porque, en el presente, nunca somos conscientes de lo que tenemos, así que sólo valoramos las cosas cuando las perdemos. Puede, además, que tener 15 años no sea nada excitante, pero todavía es menos excitante dejar de ser joven. Y sobre todo, nos gusta pensar que alguna vez fuimos los reyes del verano.
También hubo un tiempo en el que íbamos al cine en familia. Las películas
infantiles contenían mensajes muy adultos. Las aventuras de los
protagonistas escondían una defensa de la camaradería, del 'la fuerza
hace la unión', del 'uno para todos y todos para uno'. Los personajes eran solidarios y se ayudaban. No había ordenadores ni teléfonos móviles de por medio. La imaginación campaba a sus anchas y todo resultaba cercano sin necesidad de gafas 3D. Tiempos analógicos y ochenteros que el cine, vete a saber por qué, no ha sabido o no ha querido recuperar nunca más. A cada tiempo le pertoca un tipo de cine propio, un perfil diferente de historias. Cambia el medio, pero sobre todo cambian los gustos y las sensibilidades de la audiencia. Y por encima de todo, cambia nuestra mirada. Eso aunque todavía nos guste revisar las películas que veíamos de pequeños. Porque, bien pensado, lo que verdaderamente deseamos recuperar son los ojos limpios y despreocupados con los que mirábamos esas películas hace tropocientos años.
Por eso sorprende que en pleno siglo XXI alguien se atreva a dirigir, escribir y defender The Kings of Summer,
una película que es pura tradición y que a la vez propone una interesante
variación de la comedia indie norteamericana de nuevo cuño. Tiene
ironía y humor blanco. Un poco de maldad. Una pizca de inocencia. Algún
toque Disney mezclado con unas gotas de Solondz. Contadas esencias de
Reitman o Apatow unidas al buen rollo de los 80. Una película sin dobleces. Directa, amena, sincera, transparente. Épica pero cercana. Y sobre todo, pura nostalgia. Nostalgia de un tiempo que ya se fue y de un cine que ya no existe. The Kings of Summer es la película que nos hubiese gustado protagonizar en el pasado. Y ahora, es la película que nos lleva a un estado idílico y veraniego, que nos permite rememorar aquello que fuimos y que nos insta a recuperar la pureza que perdimos por el camino. Una obra que reconforta, que rejuvenece. Una de esos films que no se racionalizan: se viven y se sienten. Uno de esos títulos que no figurará en ningún top de lo mejor del año, pero que se gana nuestro corazón con mucha facilidad. Una cinta pequeña y a su manera muy grande. Hubo un tiempo en el que soñábamos con ser los reyes del verano... gracias, Jordan Vogt-Roberts, por recordárnoslo.
Para 'peterpanes' y niños grandes. O sea: para todos.
Lo mejor: Es una píldora de buen rollo.
Lo peor: Los personajes adultos rayan la caricatura.
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