viernes, 31 de octubre de 2014

CINE ESPAÑOL | EL ARTE DE MORIR, de Álvaro Fernández Armero


Sé lo que hicisteis con vuestro mejor amigo
EL ARTE DE MORIR, de Álvaro Fernández Armero (España, 2000)
¿De qué va?: Hace cuatro años, Nacho, un joven con aficiones un tanto extrañas, desapareció sin dejar rastro. Sus antiguos compañeros de universidad han conseguido rehacer sus vidas e independizarse, pero entre ellos no hay apenas contacto. El grupo se ve obligado a reunirse de nuevo cuando Quintana, un insistente inspector de policía, encuentra una nueva prueba que podría reabrir el caso. Es entonces cuando los jóvenes deben enfrentarse a un episodio del pasado que no han conseguido cicatrizar y que ha provocado la discordia entre unos y otros: Nacho fue asesinado... a manos de sus mejores amigos.
Palmarés: Nominación al Goya a la mejor canción original (era el primer año que se concedía el Goya en esa categoría: ganó la pieza de la película Fugitivas).


Gracias al éxito de Scream, a finales de los 90 el cine norteamericano adoptó la fórmula del slasher adolescente en infinidad de títulos que casi nunca lograron superar a los films de Wes Craven. La influencia afectó a cinematografías paralelas como la española, añadiendo a la nueva moda del terror el interés local por ver a jóvenes actores surgidos en su mayoría de franquicias televisivas en tramas imposibles: El arte de morir y Nadie conoce a nadie fueron las primeras en abrir esta vía, seguida posteriormente con cintas poco o nada interesantes como School Killer, Tuno negro, Más de mil cámaras velan por tu seguridad o No debes estar aquí

Una década después, y con el slasher enterrado en el baúl de los recuerdos cinéfilos, vale la pena echar la vista atrás y observar qué queda de ese pequeño fenómeno que solo parece rebrotar en contados títulos, a su vez proyectados en festivales muy concretos. De todas las citadas, El arte de morir es la que tuvo que lidiar con más prejuicios por ser la primera en estrenarse: nadie esperaba que un director como Álvaro Fernández Armero, curtido en historias juveniles a caballo entre el drama y la comedia amable, aceptase rodar bajo la batuta de un guion ajeno y bajo el influjo yanki de ese tiempo. Con todo, hay que reconocer que El arte de morir, siendo ante todo un juguete de clara vocación comercial y escaso interés artístico, no solo subvertía el esquema del slasher y lo acercaba al terreno del thriller psicológico, otra moda paralela gracias a nombres como El sexto sentido, Stigmata o El último escalón, sino que contenía una historia de culpabilidad, redención y muerte muchísimo más adulta que sus compañeras de (sub)género.


El film de Fernández Armero sitúa la acción en espacios fríos y vacíos para que el espectador no tenga ninguna distracción a la hora de asistir a la muerte de sus jóvenes y no siempre simpáticos protagonistas, y a la vez esa opción estética queda justificada por la naturaleza de la historia: a medida que van muriendo los miembros del grupo, la pareja protagonista se da cuenta del mundo que se desvanece ante sus ojos, y finalmente el relato coquetea con otras dimensiones y posibilidades místicas que engrandecen el cliché de 'asesino mata a púberes incautos'. Ni qué decir que el film cuenta con una Elsa Pataky demostrando la mala actriz que siempre ha sido, que la matanza no tiene ningún sentido y que algunos trucos de guion invitan al sonrojo (el momento del incendio en el bloque de pisos abandonado, entre otros). Ahora bien: El arte de morir, la película española más taquillera del primer semestre del año 2000, es tal vez una de las obras más curiosas y 'rescatables' de su tiempo, y lo es porque a diferencia de muchos toma rasgos de otros y los adapta, en lugar de realizar una burda fotocopia sacacuartos.


Para melancólicos del slasher.
Lo mejor: Cierta frescura de un cine español juvenil que ya no existe.
Lo peor: Los trucos y las trampas de su guion.


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