Notre Paradis es una película influenciada por el mundo novelesco y cinematográfico de Christophe Honoré. No sé hasta qué punto Honoré conoce a Morel o intervino en la creación de Notre Paradis, pero su inclusión en los títulos de crédito de la película que nos ocupa no puede tomarse como una mera casualidad. Tampoco es baladí que Béatrice Dalle, primera dama de Honoré en 17 fois Cécile Cassard, sea aquí el contrapunto femenino de la trama. Porque el film tiene cierta pericia a la hora de acercarnos un París nocturno de prostitutos, bares y encuentros sexuales, lo mismo que veíamos en las mejores partes de Les chansons d'amour o Dans Paris. Un ambiente incómodo a la par que atractivo por el que discurren Vassili, hombre mayor de treinta, y Angelo, que todavía no ha cumplido los viente. Ambos ofrecen su cuerpo a otros señores con tal de ganarse la vida. Notre Paradis funciona en su primera parte como retrato del submundo que nadie ve pero que existe: el de las citas a altas horas de la madrugada, el de discotecas de ambiente y el de penetraciones a oscuras en un bosque. Desgraciadamente Morel quiere aspirar a más y patina. Incluye una historia de amistad femenina que no aporta nada al conjunto, si bien puede entenderse como una demostración de aquella otra vida que Vassili hubiera podido tener, o tal vez un subrayado de guión con tal de ampliar el muestrario de personajes magullados que viven de noche y duermen de día. Y el final destapa todas las carencias de la película: el psycho thriller antes solo mostrado con esporádicos planos de los asesinatos cometidos por Vassili acaba de forma brusca y torpe, acaso, y otra vez intentamos justificar las imperfecciones de la película, otra vuelta de tuerca más para sellar el callejón sin salida en el que se habían metido los personajes. Notre Paradis termina por resultar una película feista, alicaída y de formas rocambolescas, poco preocupada por la complejidad de sus personajes, totalmente desatinada en un tour de force final en el que la sombra de Honoré da paso a una Atracción fatal homosexual de amantes ricos y putos inconscientes. Me quedo con una frase de Vassili: 'la vida de un gay es como la de un perro; yo tengo treinta años y ya soy viejo', en demostración de ese mundo prohibido, preocupado por alimentar lo fugaz, lo superficial, lo fútil; vestigios de una realidad homosexual definida por el onanismo y la identidad fracturada, reflejos de un modus vivendi tan desaconsejable como caduco. Por todo esto resulta coherente y hasta deseable que la película termine castigando a sus personajes. La lástima es que por el camino Notre paradis también cae víctima de una fisicidad exacerbada, sin nada que contar: simplemente nos dice que el paraíso del título es inalcanzable, y que Vassili y Angelo, como intuíamos, nunca encontrarán su lugar en el mundo.
Nota: 4'5
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