Los que sigan este blog sabrán que el cine español ocupa un lugar importante en nuestros posts. De hecho, el artículo más leido del año hace referencia a las 20 películas españolas más esperadas del 2012. Pero también hay sombras en nuestro cine: en ellas se centra la siguiente lista. Obviamente la cuestión admite muchos matices y debates. ¿Qué opinan?
1. ¿UN GREMIO POCO UNIDO?: Recientes acontecimientos como la polémica Ley Sinde parecen haber provocado un sisma dentro de la estructura directiva y afiliados de nuestra Academia de cine. Una cuestión que entronca con la marcha de los hermanos Almodóvar y de José Luis Garci de la misma Academia. Da la sensación de que entre las gentes de nuestro cine no existe unidad. A simple vista podría parecer que los profesionales del cine no tienen por qué estar 'unidos': de hecho, no lo están nuestros escritores, músicos u otros representantes de otras disciplinas artísticas. Pero no debemos olvidar que la creación de una película es un trabajo conjunto, de grupo. Más allá de los Goya, pensar en unos premios gremiales como sucede en Hollywood sería enriquecedor. Y sería deseable acercar el trabajo de, por ejemplo, un maquilador o un figurinista a las personas que no conocen los engranajes internos del cine.
2. ¿EXCESIVA POLITIZACIÓN?: La cuestión se remonta a la famosa Gala de los Goya del No a la guerra. Manifestar públicamente una opinión, en este caso una postura tan razonable como aquella en contra de un movimiento bélico, no parece contar con el beneplácito de todos. Y lo que es peor: existe cierto rencor de cara a los que expresaron y expresan sus opiniones. De ahí la persecución mediática a gente como Guillermo Toledo. O la suspicacia que despierta la familia Bardem. En Estados Unidos Angelina Jolie y George Clooney manifiestan sus colores políticos, incluso aportan dinero de sus bolsillos en favor de Obama, y nadie se escandaliza. La excesiva politización del cine español no deja de ser un espejismo, pero también es verdad que en ciertos sectores no está bien visto un 'no posicionamiento'. Y obviamente, ni un extremo ni otro son buenos. La politización debería ser libre, y en caso de hacer pública una opinión esta no debe producir estigmas.
3. FANTASMAS DEL PASADO: Nos quejamos de que el cliché de 'España' fuera de España potencia la idea del jamón, los toros y el flamenco. ¿Pero no será que nosotros mismos somos los primeros en alimentar esos prejuicios? Con el cine pasa un poco lo mismo. La sombra del cine de posguerra y del destape planea, y hay que reconocer que nuestros artistas no siempre hacen todo lo posible para hacer un carpetazo definitivo con ese cine menor de charanga y pandereta. Otro tanto para el cine sobre la Guerra Civil. Muchos asocian el cine español a la comedia escatológica de brocha gorda: es una generalización, pero esa parcela existe. Se hacen grandes comedias y grandes obras sobre contextos históricos dispares. Pero... ¿y si emprendemos la conquista de otros géneros y tonos? Los jóvenes directores lo están haciendo, aunque los relevos generacionales piden paciencia y tiempo.
4. POCO RECONOCIMIENTO: Es muy fácil hablar de que el público no respeta o no tiene en consideración aquellos nombres que han hecho todo lo posible para engrandecer, enriquecer y dar a conocer dentro y fuera de España el cine de aquí. ¿Pero y las propias gentes del cine? Que Almodóvar está infravalorado en esta parte de los Pirineos es una cuestión totalmente objetiva, independientemente de que su cine guste más o menos. Lo mismo con Trueba. Ni qué decir del desconocimiento general respecto las obras de Berlanga o Buñuel. Parece que tenemos o miedo o soberbia a la hora de reconocer que alguien no solo es bueno sino que ha tenido éxito. Desgraciadamente en este país hay que pedir perdón si uno consigue consolidarse en el mercado nacional e internacional. ¿No será que tenemos muy poco amor propio, un complejo de inferioridad enorme y una tendencia a mirar de reojo la conseguido por el vecino? ¡Respeto por los clásicos ante todo!
5. PRENSA EN CONFLICTO: En España ciertos medios de comunicación dilapidan siempre que pueden, con ahínco reiterado y gusto malsano, todo lo relativo al cine español. Parece que ciertos analistas y líneas editoriales aplican el mismo molde crítico, o falto de crítica, cuando toca hablar del cineasta 'x' que ha realizado la película 'x'. A priori podría parecer una cuestión ajena al cine español, pero bien pensado tiene una explicación histórica. Nos podríamos remitir a tiempos de censura. Y lo más importante: el poco trasvase o comunicación entre periodistas y cineastas. A diferencia de lo sucedido en Francia con Cahiers du cinema, en España pocos periodistas o críticos de cine dirigen películas o colaboran activamente en el mundo del cine; y al revés, pocos autores se atreven a ocupar otros espacios en la columna de un periódico o escribiendo novela. Hemos tenido pocos 'artistas renacentistas', Fernán Gómez a la cabeza. Y ahora podríamos incluir a David Trueba. Ojalá la nómina de artistas todoterreno aumente, y no solo porque la crisis obligue a muchos directores a redirigir su actividad a la escritura de libros. Siempre nos quedará la prensa internacional para subir los ánimos de nuestro cine, porque la opinión general es que tenemos una de las cinematografías europeas con más inventiva. En casa del herrero, cuchillo de palo.
6. PREMIOS SIN SENTIDO: Queremos imitar a los estadounidenses y sus Oscar con los Goya. Y no debemos pedir licencia o perdón por ello. Tampoco por desear estar nominado. Con unos premios consolidados, capaces de influir en las cifras de taquilla, las bases están más que sentadas. Pero hay muchas cosas por hacer y mejorar. El cine español necesita su propia temporada de premios. No es una cuestión frívola. Que se lo digan a los americanos: la carrera al Oscar da cohesión a un gremio, y nosotros no debemos sentir pudor de reivindicar una 'carrera al Goya'. Sabemos que el trabajo de los futbolistas no se reduce a la hora y media de partido, o que el trabajo de los profesores no se reduce a su número de horas lectivas. Pues bien: las gentes del cine trabajan lo que dura la preproducción, rodaje, postproducción y estreno de una película; y a su vez los Goya no son flor de un día ni se deciden entre pocos y en poco tiempo. Los Forqué, los galardones de la Unión de Actores, los Fotogramas de Plata o los Gaudí deberían ser independientes y a su vez partes de un mismo todo. Premios que además deberían programarse en días diferentes, relativamente cercanos en el calendario. Y finalmente, premios que deberían someterse a actualizaciones: no tiene sentido que la Unión de Actores distinga actores secundarios de actores de reparto, y tampoco que los Goya premien una labor tan cuestionable como el diseño de producción.
7. MUCHA PRODUCCIÓN, POCA PROMOCIÓN: En Estados Unidos lo tienen clarísimo y en España seguimos representando el cuento de la lechera. No sirve de nada contar con un presupuesto generoso si al final no se destina ningún esfuerzo en promocionar la película. Santiago Segura, rey en esta disciplina, debería dar clases a todas las gentes del cine español. Un film puede pinchar en taquilla pese a su presencia en los medios, pero lo más habitual es que la mayoría de nuestros films lleguen 'de tapadillo' a las salas. Ya sea mucho o muy poco el público potencial de nuestro cine, la verdad es que muchos de los cinéfilos que van regularmente al cine desconocen la existencia de ciertos estrenos locales. Si el presupuesto base de un film español ronda los 3 millones de euros, un tanto por cierto importante de esa cifra debería destinarse a tareas de promoción. No basta con estar en las redes sociales, sortear merchandising o potenciar preestrenos vistosos. No sirve pensar que las ventas internacionales salvarán el dinero perdido. Aún menos contar con las subvenciones, que pese a todo deben existir. El cine español desperdicia año tras año la posibilidad de hacerse un hueco en las carteleras veraniegas, momento en que se produce un pico importante en la asistencia a las salas. El cine español tampoco sabe medir el número de copias de salida de sus películas: mucho mejor trabajar en estrenos online y/o en los cines, o en plataformas como Filmin y similares, con tal de que cada película llegue a su target. Que la cantinela no sirva para defender la producción de menos películas y más baratas: no hay que rebajar las cifras, sino redistribuirlas. Y ojo: una película no está obligada a triunfar en taquilla, pero los engranajes del sistema deben trabajar para que eso se produzca el mayor número de veces posible.
8. FESTIVALES, ASIGNATURA PENDIENTE: El cine español no puede permitirse el lujo de perder presencia en los festivales internacionales más prestigiosos. Si en Cannes se concentra lo mejor del cine actual, nuestras películas deberían ser fieles a esa cita. Será porque implica gastos o por falta de interés, el cine español no acaba de tener la solera festivalera de las producciones francesas o británicas. También pecamos de falta de chovinismo: en Cannes siempre proyectan cine francés, en Venecia el cine italiano está a la orden del día, y en cambio en San Sebastián podría haber muchísimo más cine español. También hay que reforzar la estructura de festivales locales. Hay que reconocer que Málaga no sirve como trampolín comercial para sus películas. Lo mismo ocurre con los festivales de Valladolid, Huelva o Gijón. Y en paralelo, podemos quejarnos y con motivo de que no se ve cine español fuera de nuestras fronteras... ¡pero nosotros no estrenamos el film sueco, belga o ruso de turno encumbrado en el festival de al lado! Que los palmarés sirvan para algo, porque para exigir primero hay que predicar con el ejemplo.
9. DESCONOCIMIENTO DEL 'OTRO CINE': Desde Madrid se niega la pluralidad del cine español. Hablamos del cine hispanoamericano en general, el cine catalán, el cine vasco y el cine gallego. Podemos discutir qué es, por ejemplo, una película vasca (¿hablada en vasco?, ¿dirigida por un cineasta vasco?, ¿cuya trama sucede en el País Vasco?, ¿financiada por personalidades vascas?). Lo que cuenta, la realidad, es que hasta en los circuitos urbanos cinéfilos (Verdi y Renoir principalmente) una película gallega, vasca o catalana es recibida como una película extranjera por el factor diferenciador de los subtítulos. La defensa de la versión original subtitulada afecta y concierne al cine español. No se trata aquí de establecer una lanza a favor de las siglas VOSE. Es una cuestión más profunda. Nos molesta que los americanos filmen en el extranjero sin respetar las lenguas nativas de sus actores o personajes, pero nosotros hacemos Mar Adentro en castellano y doblamos aquello que no hace verdadera falta. No tiene sentido que Ander encuentre distribución en Francia y no en España siendo un film vasco y por lo tanto cine español. Si no defendemos lo nuestro no lo hará nadie.
10. PROFESIONALES SIN PROFESIÓN: En España tenemos la enorme suerte de tener muchas y muy buenas escuelas de cine. Año tras año se graduan numerosos profesionales que tienen mucho que aportar a nuestro cine. Obviando la delicada situación económica y la posibilidad de que exista demasiada oferta para tan poca demanda, hay que tener en cuenta que son muy pocos los cortometrajistas que dan el salto al largo, y de esos todavía menos los que pueden levantar una segunda película y consecutivas. Se dice que el cine español tiene excelentes cortometrajes y pocos largos notables: ¿será que los autores de esas historias cortas no tienen la posibilidad de defenderse en el formato largo? De la misma forma que no podemos permitir que jóvenes con carrera universitaria terminen ocupando puestos de trabajo no cualificados y mal pagados, la memoria histórica y cultural de este país no se puede permitir el lujo de perder los referentes del futuro en pequeños trabajos dentro del mundo audiovisual. Es importante que los cineastas de aquí trabajen fuera, pero no podemos consentir una fuga de cerebros: el modelo a seguir es el de, por ejemplo, Rodrigo Cortés, haciendo títulos de potencial internacional rodados en localizaciones y con profesionales de aquí.