La Indústria de Hollywood, tan poderosa que precisa ser escrita en letras mayúsculas, persigue entretener al espectador... y nosotros la criticamos, quizás, en demasía. Muchas películas se convierten en trilogías o sagas que, por concepto (estirar una misma idea o personajes en varias entregas), están condenadas a repetirse. Pero, y he aquí la ceguera del discurso europeísta, también se repiten, a su manera, y sin que nadie parezca oponerse, autores como Ken Loach o Woody Allen, este último europeo de adopción. Al ver Welcome pienso que el cine debe entretener pero que debe conquistar una barrera más difícil: la de la reflexión. Welcome consigue las dos cosas, y lo logra con una historia tierna, bien interpretada, de una innegable coherencia y de un temple considerable. Y aún así, creo que Welcome se repite como las franquicias del viejo Hollywood. Aunque es una película agradable e interesante, Welcome, nominada al César a la mejor cinta del año, me parece una película un tanto 'pijoprogre' que busca el debate de una cuestión mayor (el escalofriante número de personas que cruzan todo tipo de fronteras, incluso jugándose la vida, para tener una segunda oportunidad, su particular 'sueño europeo') a partir de una historia pequeña, temo que también menor, diseñada para que el espectador empatice con el espectáculo. Las intenciones del irakí Bilal, que pasan por ir hasta Inglaterra a nado para reencontrarse con su amada, me parecen en el fondo tan dulzonas como el más pomposo del cine familiar de Norteamérica. De Welcome nos quedamos con ese inicio crudo y la genial interpretación de Vincent Lindon, esos pequeños detalles que no conectan con nada pretérito. Welcome es una buena película, pero debe detectarse su naturaleza urbanita, su discurso burgués, su en el fondo endeble forma de ver y retratar el mundo lleno de injusticias que nos rodea (no me creo esa pelea en el supermercado: no por ser crítico hay que caer en la inverosimilitud). La película de siempre, esa que, orgullosa de no seguir el patrón yanki, cae en sus mismas obviedades.
Welcome también es la historia de Simón, un nadador con medalla olímpica que afronta su madurez, también la reciente separación de su esposa, mostrándose curioso, extrañamente altruísta, con el nuevo pupilo de la piscina que regenta. Bilal, el nadador inexperto, ha caminado tres meses y ha recorrido medio mundo para volver a ver a su querida, una joven que vive en Londres y que está a punto de ser la víctima de un matrimonio de conveniencia. Simón no tuvo el valor de bajar las escaleras del edificio donde vive para pedir perdón a la mujer que tantos años la acompañó, una distancia notoriamente menor. La película, ante tal esquema, parece creer en las buenas intenciones, en la bondad humana, en el buen fondo... vaya, en un cine humanista que hace pensar y a la vez busca la lágrima. Y por ello, creo que Welcome gustará a un público bastante amplio: es incómoda, pero no demasiado; es reconfortante, pero sin exagerar. Siento no compartir esa misma pasión. ¿Que qué tal Welcome? Está bien, pero no deja huella. Una película actual, algo que no admite duda: solo por eso, merece que le demos la bienvenida, ese 'Welcome' que no tuvo en taquilla hace unos meses.
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