sábado, 14 de noviembre de 2009

TELEVISIONES QUE (NO) FINANCIAN PELÍCULAS


El fauno de Del Toro presumía de dos pares de ojos, una mirada mágica que entusiasmó a los directivos de Telecinco. Y la cadena privada, que tiene mil ojos cuando se trata de financiar películas, produjo la película y vivió los Oscar conseguidos como un estandarte de la cadena. La política de Telecinco se basa en la repetición: emite, reemite y recuerda las películas de la casa. La cadena de Vasile es capaz de crear expectación, sacar petróleo de pozos ya secos. Es un mago, y sus trucos son tan efectivos como efectistas. Su estrategia de mercado, nada que ver con el arte, se basa en producir poco y machacar al pobre espectador con cortinillas soporíferas. Está claro que la política de TVE, pendiente en abarcar mucho (o sea, nada), no es la rutina ideal, pero la caradura de ciertas cadenas molesta sobremanera. Las películas precisan de organismos que las financien y las televisiones privadas ven como un ataque la cita que les impone destinar parte de su capital a financiar cine español. Otra vez el factor económico y el artístico, lo decente y lo rentable, pelean por imponer su ritmo.

Estamos cansados de ver imágenes promocionales de Agora y Celda 211 en Telecinco. ¿Alguién vió algún anuncio de Camino en TVE? La memoria nos dice que la cadena pública solo presumió de haber producido La soledad cuando la cinta de Rosales ganó el Goya. Seamos realistas: ninguna película producida por Telecinco puede ganar el Goya, básicamente porque la gala de los Premios de la Academia la emite TVE (ahora La Uno). ¿Entienden ahora por qué perdieron El laberinto del fauno y El orfanato, ambas con siete cabezones en el palmarés? Lo mismo le ocurrió a Los crímenes de Oxford y lo mismo le ocurrirá a Agora. Pese a todo, parece que nadie tendrá suficiente valor de usurparle el Goya a un Luis Tosar que, encerrado en la Celda 211, nos enseña su cara más carnívora. Con o sin premio, Telecinco solo se interesa por la rentabilidad de sus productos; por ello, sus cortinitas nos recuerdan el número de espectadores y la primera posición en taquilla de Agora y Celda 211, como si estos datos indicaran que dichas películas son buenas. Menudo circo, qué tedio: Jordi González en La noria hace un pequeño apunte sobre 'lo grande que es Agora' (¡mentiroso!), y Mercedes Milá en su apoteósico Gran Hermano 11 nos recuerda que la web de la cadena sortea una túnica de Agora. No todo es pomposidad: algunas adquisiciones como el díptico sobre el Che de Soderbergh se quedaron a medio gas; otras como El orfanato fueron auténticos hits. La balanza sigue en equilibrio.


No todo el panorama televisivo es negativo. TV3, Televisió de Catalunya, parece la única que se atreve a producir películas a contracorriente, arriesgadas, atractivas (su logo figura en los títulos de crédito de las películas de Rosales, Coll, Aguilar, Recha, Serra o Guerín entre otros). No guardo ninguna simpatía ni con la política ni con la programación de la televisión catalana, pero su generosidad y tacto a la hora de producir y emitir películas es impoluta. Ni qué decir que Cinema 3 y Sala 33, programas con Jaume Figueres y Álex Gorina, superan al encorsetamiento de Versión Española y los pésimos resúmenes de La 2 (lo del Festival de San Sebastián de hace un año, con Gomaespuma y Cándida, daba vergüenza ajena). Gracias a TV3 son posibles los Premios Gaudí, las obras de los nuevos autores de la ESCAC y el rodaje de películas pequeñas que nunca conseguirán gran repercusión. TV3, por ello, es la única que vela por la cultura en mayúsculas. TV3 hace más por España que la propia TVE, un dato revelador que a nadie le interesa recordar (en especial, algún partido político con colmillos). Y lo mejor de todo: TV3 no presume de nada y no tiene números rojos.



Televisión y cine: un embrollo. Las cadenas quieren que las películas sean un emblema de su programación (lo que ha hecho Antena 3 con Mentiras y Gordas y Fuga de cerebros) y nadie se preocupa por producir arte. Las cadenas deberían actuar a modo de coleccionista, preocupadas por tener las mejores historias y no los mejores datos de taquilla. ¿Qué opinan?