Intimidades de la familia Grønnegaard
ARVINGERNE (THE LEGACY), de Maya Ilsøe (creadora)
Dinamarca, 2014. Reparto: Trine Dyrholm, Carsten Bjørnlund, Mikkel Boe Følsgaard, Marie Bach Hansen, Jesper Christensen, Lene Maria Christensen, Trond Espen Seim, Kirsten Olesen Temporada 1: 10 episodios Duración: 55 min. cada episodio Género: Drama Tráiler del último episodio en V.O.: Link
¿De qué va?: Veronica Grønnegaard es una de las artistas más importantes de Dinamarca. Su obra se exhibe en infinidad de museos, es motivo de numerosas retrospectivas y está sumamente cotizada en el mercado del arte. El día de su muerte, sale a la luz un secreto de familia que tambaleará los cimientos de los hijos de Veronica: Signe, la hija no reconocida de Veronica, puede convertirse en la heredera de la mansión de los Grønnegaard, pero cada hermano tiene planes diferentes con respecto a la casa familiar.
El dato: La serie se estrenó en la DR1 el 1 de enero de 2014 y ha sido vendida a muchos países. Tras su éxito, los responsables de la serie acordaron una segunda temporada de siete capítulos que se emitirán a partir de enero de 2015. Entre los directores de la serie figuran nombres tan importantes como Jesper Christensen, que también tiene uno de los papeles más importantes de la serie, y Pernilla August, una de las actrices más consagradas del cine sueco.
El reparto de Arvingerne (The Legacy). Todos los actores han confirmado su aparición en la 2ª temporada. |
No es ningún secreto que el cine y la televisión de los países nórdicos encabezan la locomotora de la mejor ficción europea. Si nos ceñimos al ámbito danés, es imposible no elogiar la DR1, la televisión pública del país de Von Trier: en los últimos años ha producido y emitido series tan notables como Forbrydelsen (The Killing) y Borgen. Arvingerne, la serie que nos ocupa, fue la gran apuesta de la DR1 durante el primer trimestre del 2014, y en breve verá la luz 1864, un drama histórico de ocho episodios que a juzgar por sus imágenes y tráilers promocionales poco tendrá que envidiar a las producciones de época tan mimadas de la BBC británica. La clave del éxito es evidente: los daneses cuidan muchísimo los guiones de sus propuestas, adoptan el formato televisivo de los mejores referentes estadounidenses (la influencia de la HBO es más que palpable) y recurren a sus mejores técnicos e intérpretes para elevar su oferta de prime time (en este sentido, las diferencias entre pequeña y gran pantalla son mínimas: el nivel de exigencia y de calidad, por fortuna, es similar a la de obras como En un mundo mejor, Un asunto real o La caza, por citar las tres películas danesas que recientemente han coqueteado con el Óscar de Hollywood).
Todo lo dicho es suficiente para sentir una grandísima envidia (sana) hacia un canal tan puntero como la DR1 (nada que ver con la política de emisiones de nuestra Televisión Española y cadenas privadas). Esa sensación se incrementa ante Arvingerne, en esencia un culebrón familiar no demasiado alejado de propuestas de sobremesa o productos locales como Gran reserva o Herederos. ¿Dónde radica la diferencia? La calidad de los guiones de Arvingerne es muy superior a la media española. No hay ninguna aportación actoral reprochable en la serie: los actores defienden con una fuerza inusitada unos personajes que se van modelando capítulo a capítulo. Todo el conjunto, en definitiva, está cargado de una irreconocible elegancia: no hay ningún giro argumental forzado y los personajes tienen su espacio y personalidad más allá del típico embrollo de 'serial de baja estofa'. Arvingerne, en otras palabras, es la historia de siempre (la lucha de las diferentes partes por la herencia familiar, con los esperados conflictos, reproches, choques de intereses y afectos cruzados entre familiares, compañeros de trabajo, amigos del presente, compañeros del pasado, parejas y amantes), pero narrada de forma exquisita.
Arvingerne empieza con la presentación de todos los personajes. Veronica Grønnegaard, una reputada artista, entra en una tienda de flores. Allí la atiende Signe, su hija secreta, que se compromete a enviarle distintos ramos a la gran mansión familiar, desconociendo que esa visita marcará un punto de inflexión en su vida. Las flores son precisamente los elementos que vemos en la entradilla de la serie: un gran jarrón de flores de distintos tamaños y colores se dispersa y finalmente explota como gran metáfora del conflicto familiar que se va tejiendo episodio a episodio. Las flores también marcan la naturaleza artística de los personajes, acaso el único vínculo de un legado con demasiados recovecos y misterios: Signe es una chica creativa que ha heredado la hiperactividad de su madre; Gro, la hija mayor, es la encargada de defender y de difundir la obra de su madre desde su cargo de directora de una de las galerías de arte más importante de Copenhague; Frederik, el hijo más desapegado y pragmático, ha heredado, aunque le cueste reconocerlo, la manía familiar de no verbalizar los problemas, detalle que le llevará a protagonizar una de las evoluciones más interesantes de la serie; y Emil, el pequeño del clan, es fiel al caos, al desorden y a la mala cabeza de su madre para gestionar tanto sus asuntos personales como económicos.
El corazón dramático de la serie vive en el séptimo episodio un punto de inflexión coincidiendo con el juicio que separa a Signe del resto de hermanos. El capítulo funciona con una precisión matemática y contiene algunos de los momentos más intensos y gloriosos de la serie. Los episodios finales siguen la línea ascendente que dibuja la serie y consigue que nos familiaricemos con todos los personajes: todos a su manera pierden muchas cosas por el camino, todos tienen sus motivos para actuar de la forma en la que actúan, y todos terminan tras la 'final season' con muchos cabos sueltos, muchos aspectos por resolver y muchas dudas de cara a un futuro que se percibe muy diferente. Los siete capítulos de la segunda y a priori última temporada cerrarán todos los interrogantes de la serie. Esperemos que la siguiente tanda de episodios sean un broche de oro para una de las series europeas más imponentes de los últimos años.
Para adictos a los conflictos familiares del norte, desde la dogmática Celebración (Festen) a la reciente corriente de novela y cine negro escandinavo encabezada por Los hombres que no amaban a las mujeres.
Lo mejor: Todo su reparto, muy especialmente Carsten Bjørnlund y Trine Dyrholm. Su capacidad para desenredar su maraña de secretos muy poco a poco.
Lo peor: Tal vez resulta una serie de tono excesivamente frío para el carácter mediterráneo. Algún bajón perdonable a mitad de temporada. Se echa de menos algún flashback o escena que nos explique el pasado de los Grønnegaard: ¿se resolverá todo ello en la segunda temporada? ¿en un spin-off, tal vez?
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