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10 CLÁSICOS DEL (DES)AMOR NÓRDICO
Clásico número 1: llegada cierta edad, el amor termina. Anna está cansada de su marido y de lo que representa: una rutina que pesa como una losa y que no le deja crecer en lo personal y en lo laboral. Por eso viaja hasta Argentina y descubre en brazos de la joven sensación del fútbol ché la llama del primer día y el brío que da volver a una vida sexual activa. Un mal al que llaman la crisis de la edad adulta y en el que se vuelven a hacer chiquilladas. Clásico número 2: el vértigo que da dejar lo tomado como costumbre. Christian, solo en Dinamarca y sin su mujer, no es nada. Es el hombre mimado que buscó esposa y a su manera una madre. También se aferra a la locura de los cuarenta: el hombre decide irse de forma inesperada e impulsiva hasta Buenos Aires para reconquistar el terreno perdido y lograr que Anna vuelva. Clásico número 3: que las disputas familiares y los procesos de separación o divorcio dejen fuera de juego a los hijos, algo injusto cuando son las verdaderas víctimas. Oscar es el adolescente tímido, romántico y de ropa gótica que se resiste a ser una posesión por la que pugnan Christian y Anna. Quiere a ambos, por un momento se siente fascinado ante el nuevo paisaje que se abre ante sus ojos y finalmente reclama su independencia y se escapa de casa para vivir su primera historia de amor. Eso a riesgo de cometer un grave error, de ser el calzonazos que intuye en su padre y el soñador de herencia materna. Clásico número 4: el fútbol como elemento narrativo que une y separa a los personajes. En los países nórdicos la afición por el balonpié es mínima (otra cosa es el hockey sobre hielo), pero en Argentina los colores de un equipo se sienten, se viven y alteran la vida de toda la ciudad. La llegada de los personajes a Suramérica coincide con la celebración del Superclásico de la liga local, y el fútbol queda asociado a todo lo negativo porque Juan, la nueva pareja de Anna, es el máximo goleador del continente. Clásico número 5: que entre tanta pelota, comedia y drama la historia caiga en los consabidos tópicos o discurra por el camino fácil. Superclásico no lo hace. Es una película simpática, conciliadora, bastante inteligente a la hora de plantear el conflicto, irse por las ramas del absurdo y volver a encontrar el orden en el último minuto a favor de lo plausible, no de lo deseado por el espectador o de lo marcado por cierto cine complaciente y edulcorado. Es clásica, sí, pero no sucumbe al cliché. Por ser clásica tal vez pierda la posibilidad de ser una gran película, pero cumple de sobras su papel de entretener en su constante toma y daca de cal y arena. Clásico número 6: Anders W. Berthelsen y Paprika Steen están excelentes, como siempre. Finalmente, clásico número 7: la falsa idea de que Dinamarca es un país aburrido y de que su cine es más serio que un salmo de misa. Digamos que Superclásico se define por una 'elegancia' muy nórdica: no se esperen una gran comedia de enredos o un producto descacharrante. Pero díganme otra cinta danesa en la que oigamos hablar en castellano, en la que veamos la cara naif y oscura del amor, en la que la historia sea sincera y no quiera ser más de lo que es. Superclásico es una película cálida y amable que ama lo clásico siguiéndolo y desmontándolo. Es un clásico, el número 8, pero es cierto: nos gustan las comedias románticas. Esta puede que no sea una comedia. Ni tan siquiera romántica. Ni una cosa ni la otra sino todo lo contrario. Es danesa, o sea, diferente pero igual: clásico 9. Es una de las cintas más exitosas del último cine nórdico y la representante danesa a los Oscar 2012 (logró estar en el primer corte de nueve seleccionadas). Y como el clásico dicta que no podemos acabar con un número impar, el apunte número 10: si son de los que rastrean ese cine oculto que no llega a las salas pese a tener calidad y potencial para triunfar entre nosotros, Superclásico debe estar en su lista de descargas pendientes. Porque por desgracia ya es tradición que la flora y nata del mejor cine europeo solo tenga presencia en internet. ¿Fútbol y amor? ¿Y eso de 'afortunado en el juego, desgraciado en amores? Les garantizo una sesión muy agradable.
Para seguidores de las delicatessen del norte
Lo mejor: Su falta de pretensiones.
Lo peor: Es fácilmente cuestionable.
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Nota: 6
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