jueves, 9 de agosto de 2012

Crítica de PATRIK 1,5 (PATRIK, AGE 1.5), de Ella Lemhagen

'No puedo creer que ahora nos toque a nosotros', dice Göran desde el dormitorio de su casa nueva mientras observa por la ventana a una vecina con su bebé. Göran vive con su marido Sven y ambos están en trámites de adoptar un niño. Un problema administrativo, y sobre todo un error ortográfico, obliga a la pareja a hacerse cargo de un adolescente conflictivo de quince años en lugar del pequeño de quince meses que esperaban. Una situación que hace mella en la pareja y que destapa la caja de pandora en forma de prejuicios cruzados: Göran tiene que soportar un ambiente de constante amenaza, de latente homofobia; y el recién llegado Patrik siente una marginación parecida al verse como un objeto que los asistentes sociales quieren quitarse de en medio a toda costa. Ni qué decir que Göran y Patrik conseguirán limar asperezas y derribar todos aquellos muros, la mayoría mentales e ideológicos, que los separan. Patrik 1,5 lidia con el desarrollo sabido de la historia, que bien puede interpretarse como fácil o simplemente como obvio, el más plausible y al final el más realista. La cuestión es estar atentos y captar todos los detalles de la cinta. La historia tiene suficiente capacidad para resultar tierna y garantizar un visionado muy agradable. Y si ahondamos en ella, hay que reconocerle a Ella Lemhagen una total coherencia formal y argumental: véanse los paseos de Göran mientras hace footing en su urbanización y el retrato indirecto de ese mundo idílico, no por casualidad filmado con colores saturados y chillones que aportan irrealidad y que describen la ridiculez burguesa del vecindario, del que el protagonista quiere ser parte activa a pesar de la sombra constante de la exclusión social; véase el peso que tiene en la trama el jardín en detrimento de la casa familiar, como si la vida de Göran se situase hacia el exterior, de cara a la galería, en favor de unas apariencias que no se corresponden con la realidad; o véanse los momentos en los que el guión da una visión amplia de cómo la homosexualidad es aceptada pero con matices en contextos vecinales, laborales y administrativos. Una película que tiene parodia, drama y moraleja final más conciliadora que adoctrinadora. Ni comedieta menor ni película destinada a un ámbito exclusivamente queer: Patrik 1,5 muestra los nuevos tipos de familia existentes en una Europa moderna y es un cuento precioso que demuestra la necesidad de no tener ideas preconcebidas sobre la gente por el hecho de situarse en un eslabón social o tener una u otra condición sexual. Lemhagen filma una Suecia acomodada, superficial y de postal que perfectamente podría salir de un capítulo de Mujeres desesperadas, y que con matices podría situarse en España.


Patrik 1,5 es una de las mejores películas de temática homosexual de los últimos años. Fue vista en el Festival de Toronto, el Festival de Seattle y en London Lesbian and Gay Film Festival, y premiada en los Festivales de San Francisco y Verzaubert. Nominada a dos premios Guldbagge de la Academia de cine sueca. Y por méritos propios es uno de los títulos más conocidos del reciente queer cinema, aunque nunca se haya estrenado entre nosotros. Excelente por contener dos 'tipos' de homosexualidad perfectamente definidas y reconocibles: Göran representa la sensibilidad, y a él quedan asociados objetos como los jarrones de diseño que decoran el comedor; y Sven representa lo físico, el homosexual nada afeminado que en el pasado vivió una vida como heterosexual y que ha asumido lo masculino (la música country, el whisky) como base de su nueva vida e identidad como gay (no por casualidad él es quien compra el dispositivo que vigila a Patrik desde su habitación; y también el detonante del drama familiar, ya que la rabia de Patrik le recuerda muchísimo a su propia frustración de antaño). Una película educativa y reconfortante que ante las diferencias establece puentes, destaca aquello que nos une lo queramos ver o no, seamos conscientes o no. Y en paralelo a esto, una película que no por ser liviana debe menospreciarse su estudiada envoltura y hondura tanto dramática como visual. Una pequeña gran película.


Nota: 8

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1 comentario:

Marcelo Cafferata dijo...

Muuuuuuuuuuuucho humor y un guión completamente original para tratar un tema ya varias veces abordado por el cine, pero con una mirada diferente.

Coincido, un muy buen filme