Bruc: el desafío es una película de aventuras en el sentido más clásico del término. Más que contarnos quién fue el 'timbaler del Bruc', la cinta prefiere tomar el referente histórico y transformarlo en un superhéroe con mucha fuerza pero con poca enjundia (en otras palabras: sin ninguna complejidad emocional que aporte brío a su gesta). De esta forma, Bruc va acorralando a las tropas de Napoleón en las montañas de Montserrat para poner en jaque a los asesinos de sus padres y a los secuestradores de su prometida. La jugada tiene especial gracia para el público catalán, que tendrá la oportunidad de ver una coproducción multilingüe situada en un lugar emblemático, parte privilegiada de nuestra geografía y todo un símbolo de nuestra historia. La anécdota acaba aquí: aunque Ballesta, que cierra su particular 'anus ruralis' tras encarnar la versión adulta del protagonista de Entrelobos, preste todo su sudor a la causa, la película acaba por adolecer de falta de interés, más allá del clásico juego del gato y el ratón. Uno desearía más contenido y más metraje, incluso que la escena-flashback de la Batalla del Bruc fuera algo más que la versión mala de un Resident Evil ibérico. Es aquí cuando se intuye la personalidad del director Daniel Benmayor, autor de la muy inocua Paintball que, visto su interés por rodar Hitman 2, no tiene ninguna intención de seguir 'el buen camino' del buen cine. En Bruc, sin ser algo escandaloso, se nota un trabajado aspecto visual en detrimento de una historia más compacta. La revelación que esconde Bruc es que su director batalla en el bando de los malos, algo que, por muchas piruetas que dé el joven carbonero, es difícil de obviar. Película familiar y correcta que hubiera podido ser mucho más.
Nota: 5'5
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