Quien empezara su carrera con Los paraguas de Cherburgo, ahora dirige una fábrica de paraguas en la nueva película de François Ozon, adaptación de una obra de teatro de éxito. ¿Azar? No, porque Ozon, cinéfilo y luego excelente director de mujeres, ha diseñado Potiche, su película más amable hasta la fecha, como un homenaje a la actriz francesa, y decimos homenaje y no vehículo de lucimiento porque Deneuve, consciente de su aureola, de su belleza, de esos 67 años que parecen muchos menos, nos regala imágenes kitch con sus mohines simpáticos, sus vestiditos demodé y sus paseos mañaneros en chándal. A su manera logra una gran interpretación, pero con su presencia nos basta (los secundarios que lucen a todo technicolor son Fabrice Luchini, marido hipocondríaco, y la secretaria coqueta Karin Viard). También a Ozon, que esta vez ha diseñado un Mad Men feminista, muy teatral, con colores chillones, tonos pastel y mucha pluma. Esta 'mujer florero' tiene su gracia básicamente por su excelente reparto (destaca el tándem Deneuve-Depardieu, que a lo largo de tantas décadas han sido compañeros en sinfín de películas). 4 nominaciones a los César y una festiva proyección en Venecia demuestran que el público ha entendido la broma: Potiche es un ejercicio nostálgico, entretenimiento para mujeres jubiladas que van al cine con las amigas o para frikis del cine francés más extravagante (a este blog habría que incluirlo en este grupo). Con esta película Ozon sigue la senda de 8 mujeres, su título más exitoso (en ese caso, también adaptaba una pieza teatral), demostrando que sólo le va como anillo al dedo la condición de 'Almodóvar francés' cuando se basa en materiales ya existentes, un dato a tener en cuenta para los que analizan la filmografía de Ozon como un todo soso e inconexo. Pero la esencia es Deneuve, actriz, diva y mito, que en su paso por Madrid quiso fumar en la rueda de prensa de la película a sabiendas de nuestra ley. Incluso servidor, que está totalmente en contra de los malos humos, le hubiera acercado un mechero... Pues eso, Potiche es un festival de lo frívolo, mema y adorable.
Nota: 7
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La chica del tren es el nuevo proyecto de André Téchiné, un viejo zorro del cine francés, autor de la generacional Los juncos salvajes y descubridor, al menos el impulsor más importante de la carrera de actrices galas como Juliette Binoche, Elodie Bouchez, Emmanuelle Béart o Sandrine Bonnaire. Para su nuevo proyecto, rescata Émilie Dequenne, para siempre la Rosetta dardeniana, y Catherine Deneuve, símbolo de un país y una generación de actrices (fuera de la pantalla) y madres (en la ficción). En La chica del tren está presente ese poso del artista firme que ya lleva cuatro décadas en el ruedo. Aún así, hay algo en la historia que propone Téchiné que se nos escapa. Como si la película guardase algún secreto, como si el espectador esperase atento alguna revelación que nunca llega. La chica del tren es, por ello, misteriosa, porque su corazón dramático (el racismo y el ataque a la comunidad judía francesa) va cocinándose a fuego lento para, al final, no eclosionar. ¿Qué queda? Una descripción de los suburbios parisinos, de personajes al margen, de vidas con un pasado complejísimo que forman nuestro no tan simple presente. Un film dramático, político y también con sus señas de thriller. Aunque se hubiera podido contar más y de otra manera. Al menos sirve para que el cinéfilo sea consciente de que Téchiné es un director a reivindicar y a rescatar. Seguro que en su larga filmografía hay obras mejores.
Nota: 6'5
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