Se dice que no hay buenos actores sino buenas historias. Y aunque es verdad, el cine es algo más que una historia. Es saber contar algo de una manera determinada, y que entre la forma y el contenido la magia eclosione y una palabra, un plano, un gesto o una mirada sea un elemento mayor, todo un mundo, algo más que una palabra, un plano, un gesto o una mirada. Me remito a esa parte invisible, la más difícil de analizar como bloggero, la más difícil de describir como espectador, para hablar de Mademoiselle Chambon, una película en la que suceden y se dicen muy pocas cosas, y que aún así consigue una atmósfera de dolor, amor y contención increibles. Más que ser un film mudo, es una cinta de tono salmódico (que no lento), una descripción de lo cotidiano (pero no banal). En contraposición a ese cine francés dialogado, reivindicativo y teatral de los clásicos de la Nouvelle Vague (ahora el país galo tiene ejemplos de sabia tradición con los libretos de Agnès Jaoui), Mademoiselle Chambon es un cine poético que puede desgarrarnos por dentro o dejarnos totalmente aburridos durante hora y media. He aquí la grandeza de esas películas que, sin saber por qué, te reconcilian con la verdadera naturaleza del cine. Porque esta historia de empatía, comprensión, compasión y necesidad entre un obrero y una maestra de escuela es de lo más bello que hemos tenido en cartel en mucho tiempo. Una película que, si se logra conectar con ella, se vive con misterio y al final con tensión. El cuento de dos almas perdidas que el año en el que Un profeta acaparó todos los piropos ganó el César al mejor guión adaptado. Una joya que, de nuevo, se ha estrenado tarde y mal en nuestro país. Una pena: tras esa Mademoiselle Chambon se esconde el alma inquieta de una película doliente, un prodigio narrativo. Dan ganas de leer la novela que inspiró la película. Y, sobre todo, escuchar la pieza de violín que Véronique Chambon toca para apaciguar sus heridas y las de Jean. Para los que reparan en lo que se intuye y no se dice. Para los que crean que el cine hay que vivirlo y no verlo. Para los lúcidos que sepan que lo complejo nace de lo pequeño.
Nota: 8
1 comentario:
Me da toda la impresión por lo que cuentas, compa Xavier, que se trata de una peli que se mueve en las coordenadas del cine que hace gente como Guerín o Rosales; y que, por el tipo de historia (por muy mínima que ésta sea), creo que me va a gustar. Esperaremos que los soportes digitales nos permitan verla pronto (en pantalla grande, me temo que no voy a tener opción...).
Un abrazo y buena semana.
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