Eduardo es un corredor de seguros y un deportista que corre todas las noches después de trabajar. Tiene esposa y dos hijos, un trabajo respetable y parece que la vida le sonríe. Pero tras un viaje a Milán, se cruzará con un extraño vestido de esmoquin que quiere ser su amigo. Un acoso que poco a poco irá erosionando la estabilidad de Eduardo y le llevará a recordar cómo entró en la empresa que ahora representa y qué puesto quiere llegar a poder ocupar. Una trama social revestida de cine negro, con un ambiente grisáceo, urbano, sutilmente asfixiante. La historia que escribió el uruguayano Nicolás Saad y que hace poco llevó a la gran pantalla Gerardo Herrero, últimamente muy poco inspirado como director pero acertadísimo en su faceta como productor (Los crímenes de Oxford, El secreto de sus ojos, Las viudas de los jueves). Herrero nunca ha sido un realizador destacado o destacable, aunque algunas de sus propuestas, cítese Los aires difíciles (ganadora del Festival de Málaga) y Heroïna (nominación al Goya a la mejor actriz por Adriana Ozores), eran cuanto menos estimables. Lo suyo es adaptar materiales de otros y estudiar dos conceptos que han acabo siendo los pilares de su filmografía (eso sí: sólo por mera repetición): las relaciones de pareja y la capacidad/necesidad/obligación del humano moderno de conciliar la vida familiar con la laboral. El corredor nocturno conecta con la anterior El principio de Arquímedes, aunque la que ahora nos ocupa, quizás por estar filmada en Argentina, presenta una oscuridad nunca vista en el cine de su creador. Poco importa el escenario si la historia, una vez más en Herrero, vuelve a mostrar una tendencia suicida hacia los diálogos teatrales y los momentos forzados. El corredor nocturno, por varios motivos, es una película que naufraga, con la excepción de que la idea de arranque, en esta ocasión, sí era buena. Herrero, que podríamos definir como ampuloso y casi cargante, vuelve a dejarnos tíbios a pesar de las excelentes interpretaciones de Leonardo Sbaraglia (actor fetiche de Marcelo Piñeyro y uno de los mejores artistas de su generación como demuestran Intacto, El rey de la montaña o Concursante, otros tres thrillers) y Miguel Ángel Solá (veterano en el papel más fantasmagórico de su carrera). No podemos negar que Herrero está ante un buen planteamiento y que sobre la mesa expone temas interesantes; el fallo está en que su cine carece de ritmo y su carga intelectual, trascendente y demás seriedad acaba dando la espalda a lo que hubiera podido ser un espectáculo de auténtica tensión y reflexión. Una película fallida, en definitiva.
A nivel personal, lo más interesante de la película son las pequeñas relaciones que establece con otros títulos que sí han conseguido meter el dedo en la llaga allá donde El corredor nocturno no logra dejar huella. Los vídeos con los que amenaza el extraño a Eduardo, incluso con imágenes de momentos muy íntimos, conectan directamente con Caché (Escondido) (como en la cinta de Haneke, el peligro de El corredor nocturno es amorfo y esquivo, puede interpretarse paradójicamente como un juego inofensivo y remite a 'algo inexplicable' que logra alterar la existencia del protagonista). También hay mucho de El método, del ya citado Marcelo Piñeyro, por lo que tiene de retrato laboral en un contexto onírico y claustrofóbico de contínua amenaza, pelea y competitividad (la idea de que uno puede verse relegado a un trabajo inferior, incluso perderlo por completo, y en el mejor de los casos ascender a un mayor sueldo y despacho en cuestión de segundos). Es ahí donde El corredor nocturno presenta sus mejores atributos: en la metáfora y en la filmación de un espacio y tiempo enrarecidos, nunca en esa retahíla de frases pomposas que tanto le gustan a Herrero; en el cine negro, no en el drama social. Minimalista (intuímos que no demasiado cara de filmar), y aún así bastante recargada. Las directrices de una película descompensada pero interesante. Todo ello, parte de la dualidad y la contradicción de un 'estilo Herrero' que puede llegar a poner de los nervios.
3 comentarios:
"descompensada", creo que esa es la palabra justa para definir a esta peli. Buen planteamiento, algo mal desarrollado. La salva el clima que crea por momentos, y las dos interpretaciones, y por supuesto, el tema que trata, aunque no lo trate del todo bien. El papel de Erica por ejemplo, era más oscuro de lo que se ve y valía desarrollarlo un poco más para que no parezca, como parece, en ves de oscuro, incongruente.
Esta vez, estamos de acuerdo ;D
Yo le había dado un 7 porque la verdad que tiene escenas muy bien logradas, la de la cena donde Solá le dice "a mí no se me niega ni se me evade" o algo así es estupenda; pero en la base estamos muy de acuerdo. Las referencias que dices a otros films a mí me parecieron ya casi demasiado cercanas y por eso me pareció que terminaba haciendo agua en lo fundamental.
Excelente crítica Xavi, hoy no te pegamos ;)
Yo le tengo devoción a Solá y por ello fui rauda y veloz a la butaca...pero dejando de lado las interpretaciones yo también me quedó con una sensación de desconcierto y falta de interés.
Coincidimos, Gerardo Herrero se quedó en un intento, a ver si va para la próxima jejeje.
Te leo!!
Saludos!
Publicar un comentario