viernes, 20 de agosto de 2010

Crítica de LAS MALAS HIERBAS (LES HERBES FOLLES, WILD GRASS)

Marguerite ha sido asaltada por un desconocido. Su monedero lo encontrará Georges en el párquing de unos grandes almacenes. Tras dudar qué debe hacer, él decide entregar el monedero a la policía con la esperanza de que ella la llame. Aunque no lo sabe, ambos comparten una extraña afición por la aviación; de hecho, ella es una ex-piloto que dejó su verdadera pasión para trabajar como dentista. Y a pesar de que con estas notas se intuye un final feliz, Les herbes folles, nominada al César a la mejor película y premio especial en el Festival de Cannes 2009, no es una película de amor, aún menos una cinta convencional. Es, eso sí, el enésimo trabajo del clásico Alain Resnais, y como tal conserva la esencia de su cine, su pulso amoroso y su tendencia al humor suave, el cabaret y el enredo. Con bastanta seguridad, Les herbes folles es lo mejor de su realizador después de la descompensada chispa de On connaît la chanson. Ver Les herbes folles es iniciar un viaje hacia el caos emocional de dos seres solitarios, con tendencia a la depresión y a la locura. Es una película muy musical y algunas escenas están rodadas con la cadencia relajante, íntima de una balada o un tango (la reunión familiar sería un vals, la conversación entre el policía y George en casa de éste tendría el ritmo de una fanfarria, los monólogos internos de los personajes serían una chanson française de largas parrafadas, el encuentro después del cine sería una pieza de jazz... y ese final aéreo, inclasificable y casi imposible de descifrar, podría tener las notas del Vivaldi más turbio). En otros momentos se impone lo raro porque éste es un relato que nace fruto de una casualidad. Es ésta la gracia de Les herbes folles: es bella y extraña, a veces añoramos una historia más lógica y a ratos esperamos una trama aún más experimental. Verla es toda una experiencia, aunque se queda a medio gas. Pero para que vean estas hierbas locas y errantes, les diremos que tienen la cara de los pesos pesados del nuevo cine galo: Emmanuelle Devos, Anne Consigny y Mathieu Amalric (que ya han coincidido en innumerables títulos gracias a otro grande: Arnaud Desplechin) o los veteranos (y habituales de Resnais) André Dussolier y Sabine Azéma. Inclasificable y anónima, al menos hasta que alguien decida estrenarla de una vez por todas en nuestro país.


Nota: 6

1 comentario:

Paula Lago dijo...

Vaya cuando la estrenaron acá este año la dejé pasar! no porque quisiera pero veré de poder encontrarla entonces =)!