BOB FOSSE
Bob Fosse será para siempre el maestro de los musicales. Dirigió cuatro, todos ellos con presencia en los Oscar de sus respectivas ediciones: hablamos por orden cronológico de Noches en la ciudad, Cabaret, Lenny y All that jazz. Fosse tenía un singular dominio de los números musicales: él actuaba como director y coreógrafo, espía de actrices como Shirley MacLaine y Jessica Lange. Y de toda su trayectoria, Cabaret es el título más exitoso y recordado. Obtuvo 8 premios de la Academia de Hollywood de un total de 10 nominaciones, una menos que El padrino, su máxima competidora en un año de oro. Bob Fosse fue considerado el mejor director de la temporada por encima del Francis Coppola de El padrino, dato que da buena cuenta de la profesionalidad de Fosse. Globo de oro a la mejor película en el apartado comedia/musical, Bafta a la mejor cinta del año y uno de los títulos más importantes de la década de los 70. Ver Cabaret por primera o por enésima vez es una experiencia indescriptible. Como demostración de su capital importancia dentro del cine en general y el musical en particular, podemos contar títulos posteriores como ¿Víctor o Victoria? o la reciente Chicago, que beben de los esquemas visuales de Fosse a la hora de configurar sus mundos de música y disfraces. ¿Y cuáles son las bases de ese estilo Fosse tan reivindicado? Mezclar lo divino (lentejuelas, pestañas postizas, maquillajes chillones) con lo decandente (las luchas de barro, chistes poco recatados). Situar la cámara lo más cerca posible de la acción para que el espectador sienta en primera persona el frenesí del espectáculo sin perder ningún ápice de fantasía, espectacularidad (situar la platea a escasos centímetros de las medias de la bailarina, las faldas del coro, el microcosmos que se cuece entre bambalinas). Devolver a los actores el verdadero protagonismo de la performance para filmar la verdadera esencia del cabaret: números teatrales con ambientes circenses, tendencia a la escatología y una sabia combinación en sus letras y puesta en escena de crítica social, sátira política, derroche de intrascendencia y festival grotesco para espectadores soñadores, nocturnos. La descripción de un mundo que mezcla luces y oscuridad mientras el teatro se llena de alcohol, humo , murmuros, aplausos y excesos varios. Una película de ensueño y al mismo tiempo perturbadora. Las constantes de un genio: Bob Fosse.
LIZA MINNELLI
Liza Minelli es Sally, la estrella del pub nocturno Kit Kat Club. Ella es la más provocativa y deslenguada de ese escaparate de frivolidades. Es soñadora e ingenua, explosiva, extraña. En ella vemos la amargura que se esconde detrás del lujo. Hace tiempo que no habla con su padre. Está sola en tierra extraña. Sus problemas sexuales y amoríos desfilan en paralelo al Berlín del 1931, espacio que pisa sin imaginar la paulatina influencia del partido nazi. Se ha hecho a sí misma y ha decidido vivir en una burbuja de sinceridad y extravagancia. Mueve los brazos como ninguna. Ella es sinónimo de histrionismo y aventura. Bambolea sus caderas de mesa en mesa, de señor en señor, en busca de que alguien la convierta en la actriz de cine que siempre ha soñado ser. Su vida es el cabaret: loca, joven, sin tapujos ni complejos. Liza Minnelli y su legendaria artista encarnan como nadie las contradicciones de un ritmo de vida no menos contradictorio. En un momento del film confiesa que esa 'mala vida' puede matarla. No tiene casa propia. Todo en ella parece eventual. Su mente vislumbra un halo de lucidez cuando, tras un juego amoroso que se convierte en ménage a trois, decide romper con los hombres que ha querido. No es una persona normal. No puede ni quiere ser una persona normal. Y al final, el número de Live is a Cabaret tiene el poder de todo lo autobiográfico: ella es el cabaret y el cabaret es ella. Esos últimos minutos musicales, acertado Oscar a la mejor canción, son una despedida elegíaca, casi resignada, de una protagonista que no puede vivir ni con su amado ni sin él (Michael York, nominado a mejor actor). En definitiva, una encarnación del espíritu rebelde que la Segunda Guerra Mundial mataría años después. Un mito de la historia del cine.
JOEL GREY
Joel Grey, Oscar a mejor actor de reparto, es el maestro de ceremonias. Con él empieza (canta la retahíla Willkommen, Welcome, Bienvenue a los espectadores) y acaba la película. Su cara surge como una ensoñación después de los títulos de crédito. El cristal de las copas es su mejor espejo. Él aparece constantemente en paralelo a las hazañas amorosas de Sally. Él es un fantasma, una figura amorfa que destapa el lado corrupto de media Alemania: Money money money se ríe del capitalismo, Two Ladies es una oda a la promiscuidad, Tomorrow Belongs To Me critica el extremismo político. Él es el guionista del show y se mueve por el pequeño escenario como un diablo todopoderoso. Su cara da miedo. Sus gestos son rápidos y certeros. Aúna el humor mudo de Jacques Tati con la inteligencia de Charles Chaplin. Es un personaje kubrickiano: en sus ojos se intuye el misterio del Alex de La naranja mecánica. Es el espectáculo y la maldad personificada. Payaso, prestidigitador y cómico canallesco. Es el ingrediente principal de un ambiente enrarecido, de pesadilla, que vuelve a abrir el telón con la caída del sol. Joel Grey da vida a un personaje extraño que desfila entre enanos, cantantes y musas de cancán. Él también es el cabaret. Y cuando Grey desaparece, la película se esfumará tras él. Ese es un legado y su mejor interpretación. Otra pieza más de un mosaico maestro. Como Liza. Como Bob.
3 comentarios:
Pasé a visitar tu blog y lo encuentro muy interesante. Te invito a que pases por el mío y me agregues a tus blogs amigos como lo he hecho yo.
Un saludo.
Tengo que confesar que 'Cabaret' es una de esas películas que durante años, y sin haberla visto, me produjo cierta pereza. Si la acabé viendo fue, sobre todo, por culpa de Bob Fosse y la más que curiosa fascinanción que me produjo 'All that jazz' ('Empieza el espectáculo' en España, si no me falla la memoria). Y, claro, 'Cabaret' también fascina. Y no sólo como musical, porque su retrato del nazismo asombra también...
Una gran película que no decepciona a nadie.
Grandes interpretaciones
Ingeniosos diálogos.
Y soberbios números musicales.
¿Alguién da más?
Un saludo cordial!!!
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