lunes, 17 de noviembre de 2008

LA TELEREALIDAD Y EL CINE


Una estampa televisiva: una concursante de Pekin Express, reality show conducido por Cuatro, confesaba a su hermana que tenía cáncer delante de las cámaras. Muy efectivo y muy efectista por parte de la cadena retransmitir uno de los momentos más memorables del año por su fuerza visual y su impacto mediático (fue el minuto más visto a lo que a share se refiere). Aprecio los realities porque he crecido con ellos. Considero que la crítica que vapulea un género tan alabado y seguido en su día es hipócrita y no ama a la televisión, su medio de subsistencia y trabajo. Pero ante tal situación, la sociedad deja vencerse por el morbo, la lágrima fácil que no nos humaniza (sino todo lo contrario). Todo ello debería servir para replantearnos qué es lícito y ético en cuestiones audiovisuales. Ampararse en la democracia visual y política es una excusa demasiado mañada. Se está promoviendo la cultura del improperio, del spot rápido que, pese a su complejidad, solo pretende impactar; el titular gana terreno a la noticia, y debido a esto, la mentira, la superficialidad intelectual campa a sus anchas. Caso análogo ocurre en el cine en general y en el estadounidense en particular. Un ejemplo reciente lo encontramos en Red de mentiras, un bodrio amoral e impersonal en todos los sentidos. Algunos quisquillosos diran que defiendo el cine europeo y me recordaran que los Hermanos Dardenne promueven la imagen sucia, los personajes marginales y que sus intenciones realistas acaban conquistando el terreno de la falacia. ¿Quién está en lo cierto?, ¿quién es apto para juzjar lo que vemos?, ¿acaso el análisis, el criterio propio y el debate no nos hace humanos?


Una estampa cinematográfica: Gomorra se ha estrenado en España con más eco mediático de lo esperado. La cinta italiana ha acaparado todas las atenciones de programas culturales (hay pocos), telediarios y espacios de cine. Cualquier ciudadano sabe de la existencia de la película pero no conoce las virtudes cinematográficas de la cinta (si es que tiene) o su valor como pieza fílmica. Gomorra ha sido citada por las condiciones de la escritura del libro, la polémica de su autor y sus consabidos premios y nominaciones. ¿La televisión, rácana a la hora de promocionar títulos no comerciales, no descrimina a las demás cintas de estreno con esta campaña?. Y por cierto: ¿qué es una película comercial?. El mundo está dominado por pocos, cítese productoras, cadenas de televisión y prensa. El público se deja engañar, nos manipulan y nosotros sonreimos. El rumor que indica que la Academia de Hollywood podría tener nominada a Gomorra de antemano en los Oscar hace pensar que la manipulación afecta a todos, incluso a los manipuladores. Todo ello resulta un entramado complejo y a la vez excitante. Mañana no pienso perderme Gran Hermano. Lo admito: yo también he caido en la trampa.

1 comentario:

Jose Barriga dijo...

Xavier amigo mío, me encanta la visión que proporciona este artículo, de acuerdo contigo en su totalidad. Gomorra puede ser odiada como amada, su tratamiento puede parecer punzante pero es necesario para contar esta o estas grandes historias. Es inoportuno comparar el film de Meirelles (Ciudad de Dios) con este, Gomorra es fiel a lo que cuenta, y no posee los artificios a los que recurrió Meirelles, es excitante y obliga al espectador estar en un estado de observación hipnotizante, es una película que formula muchas preguntas, pero resuelve solo pocas, las demás solo radican en la mente y análisis del espectador. Gomorra es una película que no tomara en cuenta la Academia pese a la propaganda que se le este dando, “Es demasiado profunda para ser nominada”, véase el mayor antecedente a lo que afirmo, “4 meses 3 semanas y dos días” una verdadera obra maestra, paso “desapercibida” por la academia. Un Saludo…