sábado, 8 de noviembre de 2008

RED DE MENTIRAS 3 / 10


Empezamos esta crítica con un secreto a voces: Ridley Scott es uno de los directores más sobrevalorados de la industria estadounidense. Es muy significativo que Scott se dedique a adaptar guiones de otros, copiando ideas de otros y sin tener la suficiente creatividad para crear un film personal, un film, en mayúsculas, de Ridley Scott. Pero a Scott, por desgracia, también se le reconoce por su mediocridad tras la cámara y sus ínfulas de oscars utópicos (Scott no es Scorsese). Endiosado tras Blade Runner, Scott viaja errante capaz de dirigir un film bélico, de acción o drama; lo que importa es dirigir cantidad, no calidad. Tras esta descripción, está claro que Red de mentiras queda afectada ante tanta vacuidad; si el libreto de American Gansgter era notable, el guión de Red de mentiras es tramposo, carente de ritmo, poco coherente y creible. Red de mentiras es un híbrido inconcreto en el que se tocan varios géneros sin centrarse en ninguno: no hay acción destacable, tampoco drama o debate político... Red de mentiras acaba resultando una tomadura de pelo, un título que juega con temas muy serios (la guerra de Irak) y los vanaliza y republicaniza (hacer un poco ético espectáculo de las barbaries de la contienda irakí, causa, por cierto, de cabezillas americanos). Es una lástima que Crowe y DiCaprio (excelentes) pongan tanto empeño en un producto que no está a su altura. Tanto el australiano como el americano han perdido una oportunidad de oro para incrementar su estantería de premios. Una lástima.



Es muy significativo que una película de estas características, un gancho indiscutible para la taquilla, sufra importantes deserciones en todas las salas donde se proyecta. Ya va siendo hora que los productores se planteen su contrato y fidelidad con Scott y con miles de guionistas con buenas ideas pero sin la capacidad para dirigirlas. Está claro que un guionista toca competencias diferentes a las del director de cine, pero una industria tan competitiva como la americana debería buscar el autor total, el artista capaz de dirigir, escribir y promocionar una película. Red de mentiras es un vivo ejemplo de lo que pasa cuando director, guionista y productora van por caminos distintos. La meta, pero, es la misma para los tres: la nada.