sábado, 16 de octubre de 2010

Crítica de LA RED SOCIAL (THE SOCIAL NETWORK)

HACIA UN NUEVO CINE NORTEAMERICANO

Esa es la idea que tuve tras abandonar la sala donde se proyectó La red social. Un cine que ha nacido en tiempos de vacas flacas y que quiere describir el primer mundo en toda su complejidad. Este año, el primer ejemplo de nuevo cine noteamericano fue Up in the air, el segundo La red social, y no sería extraño que ambas películas tuvieran un camino similar en sendas ediciones de los premios Oscar. Hablamos de películas que no se insertan dentro de ningún género y que a la vez los tocan todos, como si la modernidad fuera sinónimo de mezcla. En Up in the air latía la descripción de una sociedad rota, con un ritmo excelente y una dirección de actores impecable. Un cine elegante, porque paradójicamente conecta con la época dorada de Hollywood. La red social es la historia de un éxito y sus sombras, de traición y falsas amistades, de zénits y caídas en picado; lo mismo que Eva al desnudo o Ciudadano Kane, pero desde el aquí y el ahora. Es muy importante destacar el clasicismo de Up in the air y La red social porque las dos reniegan de las tres dimensiones, dejando que su guión sea la base de todo. En La red social se habla mucho, y aún así es más interesante lo que se intuye y abstrae que lo que realmente se cuenta de forma literal. Es el guión de una y de otra el elemento que logra tensión, humor y tragedia, complejidad y riqueza sin abandonar una historia popular diseñada también, y afortunadamente no exclusivamente, para el gran público. Ambas son dos productos 'muy norteamericanos', en este caso por su descripción del ambiente universitario de cierta élite que para el resto de los mortales (y estudiantes) no deja de ser un territorio ficticio que nos causa atracción porque conecta con una tradición cultural y cinematográfica (el campus de Scream o tantas películas con esas zonas ajardinadas de ensueño y esa filosofía yanki de que una tesis doctoral debe ser más que un trabajo: un descubrimiento, una innovación, un negocio como Facebook). Estamos ante películas que a diferencia de cierto cine de autor (etiqueta en la que también se incluyen las historias de Reitman y Fincher) citan sus referentes y referencias (e influencias): en La red social, por ejemplo, se menciona El príncipe de Bel Air, Los Soprano y el cambio de la indústria cinematográfica (son películas que describen y se dirigen hacia una generación muy concreta: la actual, la nuestra). La red social y Up in the air son dos ejemplos esperanzadores de que el poderoso Hollywood puede parir historias complejas y divertidas, lograr números uno de taquilla y centrar los corrillos de la cinefilia más sibarita. Curiosamente las dos películas pueden acusarse de cierta intelectualidad desquiciante, personajes con una verborrea extraña que a muchos resultará artificial. En cierto sentido me parece una postura respetable, aunque opto por describir La red social como la historia de un asesinato sin sangre y sin pistolas, sin buenos y sin malos, sin efectos especiales y sin golpes bajos. Lo de siempre pero diferente. También mejor. Y ante todo, una trama que imprime una tensión increible: el espectador no puede pestañear porque la película no admite tregua. Éste es uno de los pocos casos en los que defiendo la versión doblada: todo sucede a tal velocidad que los subtítulos serían un obstáculo para seguir el paso tan acelerado de este personaje central que parece un mix de Una mente maravillosa y la serie The Big Bang Theory. No me parece perfecta (resulta más estimulante la primera hora que el segundo tramo, sin que nada en el fondo llegue a decepcionar), y aún así sí es esa metáfora moderna sobre la amistad y las relaciones humanas que nos habían prometido. David Fincher es un cineasta que gana en interés película tras película. En Zodiac no importaba tanto la identidad del asesino como la descripción de una época; de forma similar, en La red social no es tan importante el Mark Zuckerberg persona/personaje como la carga simbólica de su gesta (en otras palabras, ésto no es un biopic). Versión actualizada de ese 'cine judicial' que tanto gustaba en  la Norteamérica de los 80 y 90. Lo dicho: un cine nuevo. Y encima bueno. Una de las películas del año.


La interpretación: Jesse Eisenberg logra su mejor interpretación. Un personaje complejo. Aunque la verdadera revelación de la película es Andrew Garfield (él tiene las líneas de guión más sentidas). 

El diálogo: El inicio y el final de la película, dos momentos dialogados con estructura circular y lenguas muy afiladas. Una confesión de la novia de Mark al protagonista: Vas por la vida pensando que no le gustas a las chicas porque eres un friki, pero no es cierto. Es porque eres un gilipollas. Lo que se dice un 'zasca' en toda la boca.
Hablando de Oscars: Película, dirección y montaje me parecen opciones plausibles (será difícil que entre en la terna algún miembro del reparto). A día de hoy tiene segura la estatuilla a mejor guión adaptado.

El dato técnico: Me ha seducido su banda sonora. Uno de los soundtracks más arriesgados del año. Sus piezas van del ruido a la electrónica atmosférica.

La escena: La regata de los gemelos Winklevosc. Fincher filma esa escena deportiva con una música de fanfarria y un montaje rápido. Un momento que parece una tira cómica. Fincher dota la escena de un pulso endiablado y caricaturesco. La red social contiene varias películas en una y a veces a uno le gustaría tener un mando a distancia para retroceder la trama y volver a ver y oir ciertos detalles.

Nota: 8