martes, 21 de agosto de 2018

CRÍTICA | ¡QUÉ GUAPA SOY!, de Abby Kohn y Marc Silverstein



¡Y qué tipo tengo!
¡QUÉ GUAPA SOY!
EE. UU., 2018. Dirección y guión: Abby Kohn y Marc Silverstein Música: Michael Andrews y VV. AA. Fotografía: Florian Ballhaus Reparto: Amy Schumer, Michelle Williams, Emily Ratajkowski, Adrian Martinez, Kevin Kane, Ben Hopper, Lauren Hutton, Rory Scovel, Sarah Elizabeth Mitchell, Kayla Caulfield, Alin Halajian, Leah Procito, Chloe Hurst, Jason Mulcahy, Caroline Day, Marcus McDermott, Naomi Campbell Género: Comedia romántica Duración: 110 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 15/06/2018
¿De qué va?: Una chica amante de la moda y con mil y una inseguridades intenta hacerse un hueco en el mundo de la cosmética. Tras golpearse en el gimnasio, empezará a verse todo lo guapa que siempre ha deseado, algo que le permitirá tener la confianza necesaria para aspirar al trabajo de sus sueños.



Cuando los hermanos Farrelly, eternos gamberros, tuvieron la idea de que Jack Black se enamorara de mujeres obesas en Amor ciego, éxito del año 2001, nadie se rasgó las vestiduras, ni puso el santo en el cielo, ni salió a la calle para enarbolar vaya usted a saber qué bandera. Como todo involuciona, ahora, en pleno 2018, muchos han querido ver en ¡Qué guapa soy! una especie de hoja de ruta feminista, y otros tantos la han recibido como un insulto a la mujer. Que vivan los polos opuestos. Un panorama de extrasensibilidad la mar de peligroso: la libre opinión en twitter nos va a llevar, si no la ha hecho ya, a la autocensura, y de ahí a dinámicas sociales todavía peores. Pero no: nosotros no vamos a sermonear a nadie, menos aún a vosotros, queridos lectores. Porque ¡Qué guapa soy! es, simple y llanamente, una fábula simpática sobre eso tan moderno, en el fondo tan "de siempre", como es el culto al cuerpo, la imagen propia que proyectamos hacia los demás y las frivolidades de todos los sellos, empresas y etcétera que se aprovechan de nuestros complejos. Tiene cierta gracia que todo este tinglado esté defendido por Amy Schumer, una de las actrices más gamberras de los últimos años que aquí juega a ser el reverso feo de la Anne Hathaway de El diablo viste de Prada. Algunos esperaban que ¡Qué guapa soy! fuera una relectura, casi una parodia, de la comedia romántica, y la sorpresa ha sido mayúscula: no sólo es una comedia good feeling, con sus tópicos y sus michelines, sus secundarios estúpidos y sus gags mil veces vistos, sino que no se arrepiente de ello. ¿Y si ¡Qué guapa soy! la leemos sin más como un canto al positivismo aun cuando nuestros prejuicios y los de la gente de nuestro entorno se empeñan en llevarnos al diván del psicólogo más deprimente? Malos tiempos para la risa terapéutica: de estrenarse ahora, a El bar coyote se la acusaría de promover la prostitución, a El diario de Bridget Jones le caerían chuzos de punta y alguien correría al juzgado más cercano para poner una denuncia a Mel Gibson por los superpoderes que le otorgaba el guión de ¿En qué piensan las mujeres? Schumer: haz oídos sordos, eres guapa... ¡y que te quiten lo bailao! 


Para espectadores capaces de pasárselo bien sin buscarle tres pies al gato.
Lo mejor: Schumer afianza y deconstruye su imagen de funny girl. 
Lo peor: Verla con el radar de la (auto)censura activado.


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