miércoles, 12 de junio de 2013

Un cómico genial: Crítica de DIRCH (A FUNNY MAN), de Martin Zandvliet

El cómico danés Dirch Hartvig Passer murió el 3 de setiembre de 1980 a los 54 años sobre el escenario en mitad de una actuación víctima de un ataque cardíaco. Atrás dejó una de las vidas y de las carreras más apasionantes del cine y el teatro escandinavo. Dirch, la película danesa más taquillera del 2011, repasa los episodios más importantes de su vida. La historia de un hombre que quería ser marinero hasta que descubrió que se mareaba en alta mar. La crónica de una amistad con el actor Kjeld Petersen, pareja artística de Dirch durante muchísimos años. El devenir de alguien que vivía la noche mientras su vida privada llenaba los periódicos locales. Los achaques de un hombre que siempre añoró triunfar como actor dramático. Una película que a priori solo tiene un interés local por hacer referencia a una figura muy concreta: por hacer un paralelismo, sería como si intentásemos exportar una película sobre Gila o Martes y 13 a los países nórdicos. Pero Dirch tiene muchos atractivos. Cuenta con una recreación histórica impecable. Nikolaj Lie Kaas, encargado de encarnar al mito, está impecable, grande, enorme, en la que sin duda es su mejor interpretación. La película es fiel al humor de Dirch y nos lleva a las entrañas del teatro ABC, de forma que el espectador asiste a recreaciones de sketches reales que Dirch ideó a lo largo de su dilatada carrera: puede corroborarse la fidelidad y la calidad de los números cómicos de la película revisando en Youtube actuaciones del verdadero Dirch. Y prueba de la emoción que emana Dirch en su pletórica escena final son los 4 premios Bodil y 6 premios Robert en el año que Melancolía se llevó todos los galardones en Dinamarca y alrededores. Nos separan muchos kilómetros, una tradición cómica y un sentido del humor muy diferentes, y aún así Dirch llega, impacta. Mientras aquí hacemos telefilms horroros de Raphael o la floklórica de turno, los daneses han tomado una de sus figuras artísticas más importantes para hacer un ejercicio de teatro dentro del cine, y de paso una historia muy rica que va más allá de cualquier regionalismo: explica lo difícil que supone conciliar el éxito público con la vida privada, nos acerca la rivalidad de una pareja cómica cuando los aplausos solo van dirigidos a uno de sus miembros (algo parecido pero a lo bestia nos trajo Álex de la Iglesia en Muertos de risa), reivindica la comedia como género mayor siempre relegado a un segundo plano (impresiona la escena en la que Dirch aparece en su primera obra dramática y el público no puede contener la carcajada), y nos trae las complejidades de un hombre que dedicó su corta pero intensa vida al noble oficio de hacer reir (atentos al sutil diálogo inicial). Una gozada para todo el que le guste el teatro, el humor y el cine (no necesariamente biográfico). Lástima que no se estrene en España porque Nikolaj Lie Kaas realiza la interpretación del año. Una obra mayor que no debe pasar en estas latitudes por una simple rareza.


Nota: 8

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