jueves, 26 de mayo de 2016

CRÍTICA | TANGERINE, de Sean Baker

 
TANGERINE, de Sean Baker
Indepedent Spirit Award y Gotham Award a la mejor actriz secundaria
EE. UU., 2015. Dirección: Sean Baker Guión: Sean Baker y Chris Bergoch Música: VV. AA. Fotografía: Sean Baker y Radium Cheung Reparto: Kitana Kiki Rodriguez, Mya Taylor, Karren Karagulian, Mickey O'Hagan, Alla Tumanyan, James Ransone Género: Comedia dramática Duración: 85 min. Tráiler: Link Elección de Ezra Movies
¿De qué va?: Los Ángeles, víspera de Navidad. Dos amigas transexuales, el novio de una de ellas y un taxista armenio se encuentran y desencuentran por las calles de la ciudad.


CRÍTICA RONNIE: Cabe admirar el loable trabajo conseguido por el director Sean Baker, que con tan solo tres Iphone 5 filma una historia con una extraordinaria solidez narrativa. Hace ya una buena cantidad de años que las películas indies resultan atractivas debido a su factura especial, enfocada en demostrar que la “carencia” de recursos no es impedimento para mostrar gran versatilidad a la hora de estructurar un mensaje consistente que impresione a la audiencia. En Tangerine vemos un lado poco retratado del Hollywood glamouroso al que estamos acostumbrados. En una navidad carente de escarcha pero consciente del espíritu del día, una familia inmigrante convencional celebra sus tradiciones, un taxista se enfrenta a sus tribulaciones existenciales, Alexandra hace una escapada artística y Cyndi inici una búsqueda. Todos estos factores sirven para que Tangerine sea considerada una de las mejores comedias de 2015. Más allá de los sonados titulares que provocaron escozor en esta temporada de premios, rescato el extraordinario trabajo de un par de personas completamente amateurs que superan su objetivo con creces. Resalto la fotografía, su montaje y una banda sonora completamente memorable. ½

CRÍTICA XAVIER: Tangerine ha sido una de las sensaciones festivaleras de la pasada temporada. Con todo, hay que destacar que Sean Baker, más allá del rodaje con teléfonos de alta definición, y asumiendo que no he podido visionar ninguna de sus obras previas, ni inventa ni trasciende ningún cánon establecido. La película acumula diálogos cargados de tacos, una iluminación de tonos anaranjados y un reparto desconocido. Años atrás, el Dogma también perseguía la naturalidad escénica, y Tangerine, en fondo y en forma, no se aleja de esos márgenes. El problema del film es que todo en él resulta postizo, exagerado y ruidoso. No me creo nada, no me interesa nada, no me emociona nada. Tangerine me deja impávido, seguramente porque sus personajes son tan desaforados que resulta muy difícil empatizar con ellos. Incluso los defensores de la película tendrán que reconocer que el film, en su supuesta radicalidad, en su sostenida provocación, es una obra que hace gala de sus defectos, y por lo tanto deja a la intemperie todas sus costuras. Dicho de otra manera: es una película tan fácil de defender como de desmontar, y a ambas posturas no les sobran razones. Si hay que mojarse, no puedo aplaudir este viaje por un Los Ángeles sucio, 'trans' y pasado de rosca. Uno de los títulos más desatinados y prescindibles, al menos para quien escribe, de este Cinoscar Summer Festival. ★★½


CRÍTICA ALBERTO: Sean Baker reinventa un género en sí mismo, siguiendo la estela de un grande como John Cassavetes, quien en ya en su momento consolidara los principios del cine independiente norteamericano. Baker reformula lo establecido mediante la singularidad formal de su historia, que no sólo se queda en un mero ejercicio anecdótico, sino que obtiene de sus personajes una auténtica lección de vida, con hábiles dosis de humor, dando como resultado una película que reflexiona y entretiene a partes iguales. Su perspicaz narrativa crece en el talento entregado por sus dos actrices principales, unas notables Kitana Kiki Rodríguez y Mya Taylor que enderezan el aporte humanístico de una película de interesantes repercusiones. ½

CRÍTICA ISIDRO: Si uno busca Tangerine en Google lo primero que le sale, aparte de mandarinas, es que fue rodada íntegramente mediante teléfonos inteligentes. La verdad es que el resultado fotográfico es bastante solvente y que tal técnica es una alternativa hábil para el cine de bajo coste, pero al final que esté rodada con un "aifon" o con la cámara de vídeo de tu cuñado reservada a documentar navidades y comuniones da igual, porque lo que importa es que la película funciona. Que cuente con dos actrices principales transgénero que pasaron por situaciones similares a las de sus personajes, además de dar visibilidad en el cine a este colectivo, otorga a la película un halo de realismo salvaje que funde realidad con ficción, y si sumamos su carácter de comedia bizarra, estrambótica y feísta hace que me venga a la cabeza el díptico de Paco León sobre su madre Carmina. Y adoro las Carminas. Porque el éxito de estas propuestas no solo reside en que sus personajes sean extravagantes y hagan gracia, que también, sino en su trasfondo humano que te acaba emocionando: viven una vida de mierda en la que la dignidad se agarra a pellizquitos, pero la mierda, si tienes con quien compartirla, huele menos. ¡Vivan Sin-Dee Rella y Alexandra! ½


CRÍTICA KOSTI: Tengo sentimientos encontrados con Tangerine. Por un lado aplaudo el riesgo de las limitaciones técnicas que supone rodar una película con un teléfono móvil y tratar un tema como el que trata, y por otro me topo con una especie de road movie a pie que intenta explorar un mundo con un marcado acento inhumano, pero que se queda en una pincelada, en una pequeña muestra de lo que podría haber sido. La transexualidad encuentra en Tangerine una representación inenarrable, y aunque hemos visto en muchas ocasiones el tema tratado, a pie de calle se aprecia, se siente y se huele diferentes. La acidez y la dulzura son sus caballos de batalla, como la fruta que da nombre a su título. Un personaje que es visto como una caricatura de cuento (Sin Dee Rella), que pierde mucho más que un zapato de cristal en unas escaleras palaciegas. Su apabullante personalidad y su merecido respeto encuentran su particular castillo en una tienda de rosquillas, y el príncipe, aunque azul en sus ropajes, dista bastante de ser el sueño de esta particular princesa. Sin Dee no limpia la suciedad de unas diabólicas hermanastras, sino de toda una sociedad a merced de una imagen falsa e hipócrita. Es por eso que Sean Baker consigue un retrato bastante acertado en su mensaje, alocado en su forma e imperfecto en todos los sentidos, como la vida misma. Pero es lo que hay. ½

NOTA MEDIA del JURADO: ★★★½

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