viernes, 1 de enero de 2016

CRÍTICA | LA HABITACIÓN (ROOM), de Lenny Abrahamson


El mundo en una habitación
LA HABITACIÓN (ROOM), de Lenny Abrahamson
Premio del público del Festival de Toronto. 4 nominaciones a los Satellite Award, 3 a los Globos de oro y 2 a los SAG
Irlanda, 2015. Dirección: Lenny Abrahamson Guión: Emma Donoghue, a partir de su novela homónima Fotografía: Danny Cohen Música: Stephen Rennicks Reparto: Brie Larson, Jacob Tremblay, Joan Allen, William H. Macy, Megan Park, Amanda Brugel, Sean Bridgers, Joe Pingue, Chantelle Chung, Randal Edwards, Jack Fulton, Kate Drummond Género: Drama Duración: 115 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 04/03/2015
¿De qué va?: Jack tiene cinco años y nunca ha salido de los pocos metros cuadrados de su habitación. En el cubículo vive con su madre, hay comida suficiente y cuenta con un tragaluz desde el que puede observar el cielo. Al caer la noche, después de irse a dormir, Nick entra en la habitación. Pero la curiosidad del pequeño y la desesperación de la madre, secuestrada y encerrada contra su voluntad durante siete años, no tardan en estallar. El plan de fuga y el contacto con el mundo exterior es cuestión de tiempo.


El dicho dice que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. De la misma manera, se tarda muy poco en encontrar el clásico telefilm venerado por la temporada de premios entre la numerosa nómina de aspirantes al Óscar. A este blog, de hecho, le ha costado poco más que un par de uvas de Nochevieja. Ironías aparte, toca hablar de La habitación (Room), drama aplaudido en Toronto y Telluride que reúne todos los ingredientes académicos imprescindibles: interpretaciones exageradas, guión estratégicamente manipulador y un solvente uso de fotografía y música. La habitación, la historia de una joven secuestrada que ha pasado siete años encerrada en un cobertizo, cuenta con una de las premisas más potentes de la temporada. Dividida en dos partes muy diferentes, el director Lenny Abrahamson apuesta por un arranque misterioso, con una lírica infantiloide propia del Boyle de Slumdog Millionaire o del Daldry de Tan fuerte, tan cerca, que en seguida atrapa al espectador. Por desgracia, el último tramo de la película se queda en la epidermis emocional, en la lágrima efectiva y en el drama de mediatarde para féminas poco exigentes. La habitación, en contra de los rezos de la crítica norteamericana, dista de ser una exploración psicológica o un conmovedor retrato de la resistencia humana, el amor maternal, el poder de la imaginación o los instintos de supervivencia: la película tiene miedo a hablar alto y claro, da rodeos a pesar de poner la miel en los labios de la audiencia, y a la postre decepciona con su manipuladora y mínima descripción de situaciones y de personajes. Es una pena que la película apenas indague en la figura del secuestrador, en los padres de la protagonista, en los entresijos de los medios de comunicación o en los claroscuros del trauma que precede al encierro. Será suficiente para los que quieran imágenes de postal, pero sin duda La habitación está muy lejos de merecer tantos agasajos. Cuatro paredes de cartón y mucha 'marca blanca'. Cerremos comillas, cambiemos de 'screener' y volvamos al espíritu navideño del momento. Porque para contrarrestar un dicho siempre hay otro dicho: al mal tiempo, buena cara.


Para los que quieran un cursillo exprés de psicología y cine para principiantes.
Lo mejor: Jacob Tremblay.
Lo peor: A los 40 minutos de metraje, la habitación desaparece y la película se desploma.

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