viernes, 31 de enero de 2014

Crítica de NORMA RAE, de Martin Ritt

Hay que luchar por aquello que es justo
NORMA RAE, de Martin Ritt (EE. UU., 1979)
¿De qué va?: Norteamérica sureña rural, finales de los 70. Norma Rae, mujer soltera y con dos hijos, trabaja en la gran fábrica textil que da empleo a casi todos los habitantes del pueblo. Aprovechando su influencia en la zona, los encargados, directivos y jefes de la fábrica exponen los trabajadores a duras condiciones laborales. Un día Norma coincide con un sindicalista venido de Nueva York que quiere cambiar la situación en la fábrica. Norma acabará convirtiéndose en líder sindicalista, vivirá duras experiencias en la fábrica y pondrá en jaque a su familia y a sus compañeros de trabajo. La historia, basada en hechos reales, de cómo una mujer anónima logró cambiar el injusto orden establecido.
Palmarés: Palma de oro, Oscar, Globo de oro, National Board of Review y American Movie Award a la mejor actriz para Sally Field. Oscar a la mejor canción (It Goes Like It Goes), Gran Premio Técnico del Festival de Cannes y nominación al Writers Guid of America al mejor guion del año.


Reseña: Los Premios Oscar tienen muchos detractores, y a algunos de los argumentos que aportan esas voces discordantes no les falta razón. Pese a esto, es innegable que tanto en el pasado como en la actualidad no hay mejor termómetro mediático y social que el que dibujan los films nominados por la Academia año tras año. Por ello, no es casualidad que hace tres décadas, a caballo entre los 70 y los 80, preocupasen cuestiones como los nuevos modelos familiares, el papel de los sindicatos en las nuevas estrategias de producción antes del apogeo del capitalismo o el despertar de los Estados Unidos tras el largo conflicto en Vietnam, todos ellos puntos que trataban respectivamente las nominados del 1979: nos referimos a Kramer contra Kramer, Norma Rae, El relevo y Apocalypse Now. Esta reflexión sirve para darnos cuenta de lo poco que hemos avanzado tanto en términos sociales como cinematográficos, cambiando, eso sí, Vietnam por Irak (o los nuevos horizontes de las revoluciones árabes), y con los sindicatos laboralistas bastante desprestigiados tras las duras reformas post-crisis. También sirve para volver a revisitar o para descubrir por primera vez Norma Rae, film que permite calibrar todo aquello que se ha ganado y perdido por el camino del trabajo masificado. Ahora, con la tecnología vigente, en la fábrica de Norma sólo harían falta unas pocas decenas de personas para controlar toda la cadera de producción: preocupan los números, no los nombres que hay detrás de las cifras. Pero no todo han sido conquistas: en el 2013, el sistema de bajas laborales es más feroz, el maltrato al trabajador está a la orden del día y se quiere imponer la falsa idea de que el trabajo es un lujo cuando en verdad se trata de un derecho y una obligación. Norma Rae es la crónica de un tiempo concreto, de un pueblo concreto, de unos norteamericanos de clase trabajadora muy concreta; y aún así, es una película muy actual, y tras verla y reflexionarla dan ganas de coger la pancarta y luchar con la firmeza con la que pelea el personaje de la gran Sally Field. No la programarán en televisión (el PP controla la cadena pública, y los vetos afectan a todos los diales privados), pero háganse un favor como espectadores y como ciudadanos y vean esta película. Norma Rae conmueve, luego cabrea, y finalmente invita a abrir los ojos y a relativizar muchas cosas. Una historia humana que invita a la insurrección.


Para los que quieren encontrar motivos por los que luchar.
Lo mejor: Que su temática siga tan vigente tres décadas después.
Lo peor: Formalmente, podría pasar por un telefilm de sobremesa.

Nota: 7

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