Inside Job explica con pelos y señales cómo se puedo llegar a la crisis económica más devastadora que se recuerde desde la Gran Depresión. Dividida en cinco partes, a cada cual más triste, la película es un repaso didáctico a todo lo que uno debe saber sobre el asunto, y no duda en recurrir a gráficos y entrevistas a los protagonistas del desastre. Pero lo mejor de Inside Job es su mirada irónica, ese narrador deslenguado que provoca a los testimonios que interroga, su actitud combatiente. Inside Job aprieta las tuercas a toda la flora y fauna protagonista (asesores económicos, banqueros, empresarios, demás ladrones con puro y esmoquin) y acaba siendo una película de terror: la prueba de que la política y sus políticos, más que servir a los ciudadanos, es una élite ciega que sólo vela por sus intereses. Verdaderamente, algunas de las revelaciones de Inside Job enfadan al personal, indignan. Como el protagonista de Buried, al espectador /ciudadano sólo le queda asumir su condición de cobaya: muchos jugaron con nuestros ahorros, muchos se aprovecharon de una burbuja inmobiliaria y de bienestar que explotó... y nada ni nadie parece dispuesto a cambiar. Quizás centra en exceso su discurso en los Estados Unidos y se olvida de los ciudadanos de a pié, pero la película llega como un cuchillo afilado. Inside Job es uno de los mejores documentales ganadores del Oscar: empieza con unos títulos de crédito que evocan el Wall Street de Oliver Stone (incluso la segunda parte de esa película podía leerse en clave de crisis económica), y acaba con la Estatua de la Libertad demostrando su particular sentido del humor y su incansable espíritu luchador. Una película tan trepidante como una historia de ficción; de hecho, lo que se cuenta, por sus incontables protagonistas y repercusiones, tiene la entidad de una superproducción de Hollywood. Inside Job apela a la responsabilidad; de momento lo más acertado es verla y, si se tercia, cabrearse. Nuevo ejemplo de que la realidad es más truculenta que la ficción. Y como dijo el director Charles Ferguson al recoger la estatuilla: ¿cómo puede ser que nadie esté pagando con años de cárcel por tal catástrofe?
Nota: 8
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Con el Goya debajo del brazo y una gran aceptación por parte del público, además de excelentes reseñas en el Festival de San Sebastián, Bicicleta cullera poma se ha impuesto como el mejor documental del 2010, al menos según el común de críticos y cinéfilos. No discutiremos si la película de Carles Bosch, nominado al Oscar por el documental Balseros, es el más destacado de la temporada, pero sí está 'protagonizado' por el político catalán más emblemático. Y es que la película se empapa de la figura que retrata, y el material fílmico, siempre didáctico, acaba por caernos tan bien como el propio personaje, al fin y al cabo la persona, Maragall, que sufre Alzheimer. El trabajo de Bosch es bastante loable y consigue que su criatura sea tanto el retrato de Maragall como la crónica positiva y vitalista, allegro ma non troppo, de una enfermedad atroz. En este caso la realidad no supera a la ficción, pero parece adaptarse casi por casualidad para convertirse en un material de irremediable jugo cinematográfico. Maragall, en sus conferencias sobre la enfermedad, en sus escenas familiares, en su faceta política, en su firme propósito de fundar una institución que estudie y erradique su mal, en su cotidianidad y en la de quienes lo rodean, se convierte en una figura de gran energía, y no molesta en absoluto que Bosch yuxtaponga imágenes de archivo con momentos totalmente hilarantes como la visita de Maragall a su antiguo piso de estudiante en Nueva York, todo contrastado con el perfil más científico y serio del film, que también quiere ser una exposición clara sobre qué es el Alzheimer para lograr concienciar a la audiencia. El triunfo de Bicicleta cullera poma es casi completo: domina el tempo narrativo y sabe combinar su vertiente seria (de ámbito general y divulgativo: el Alzheimer como excusa narrativa) y su dimensión amena (de ámbito personal, trufado de momentos cómicos: un Maragall que es el símbolo de una lucha y el caso a partir del cual abordar un tema que nos incumbe a todos). Puede que en este juego quede en un segundo plano un componente artístico más visible, caso contrario a lo que sucedía con la luminosa María y yo. Pero tal y como es, Bicicleta cullera poma se presenta lo suficientemente interesante como para proyectarse en las salas y ser el centro de retransmisiones televisivas. Y, para que negarlo, últimamente hay mucho documental vestido de lagarterana que tiene una distribución importante cuando no debería pasar de la pequeña pantalla o de los festivales especializados. Bicicleta cullera poma no pertenece a ese grupo: lo celebramos.
Nota: 7
1 comentario:
Todavía no he visto "Inside Job" pero cuando tenga un hueco lo solucionaré porque la opinión de todos es unánime. Muy buena la reseña.
"Bicicleta, cuchara, manzana" me encantó, un duro retrato de Alzheimer y de uno de los políticos más conocidos, pese a que el tema es dificilísimo me gusta que cuando acaba el documental te deja un hilo de esperanza.
Saludos!!
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