M. BUTTERFLY
Sant Jordi al mejor actor protagonista
Canadá, 1993. Dirección: David Cronenberg Guión: David Henry Hwang, a partir de su obra teatral Reparto: Jeremy Irons, John Lone, Barbara Sukowa, Ian Richardson, Annabel Leventon, Shizuko Hoshi, Richard McMillan, Vernon Dobtcheff Fecha de estreno en España: 03/12/1993 Tráiler: LinkCrítica José: En M. Butterfly, Cronenberg adapta la premiada obra teatral de Broadway, desligándose, solo en apariencia, de sus trabajos anteriores, pues sus principales inquietudes escénicas vuelven a manifestarse: la debilidad por los miedos internos, la transformación corporal del hombre y los oscuros fondos de la mente humana. Una de sus creaciones más redondas, bellas y misteriosas, una historia que oprime, asfixia el alma haciendo al espectador cómplice de su ambigüedad romántica, intrigado por los pliegues de un imprescindible Jeremy Irons en el papel de un diplomático francés misteriosamente enamorado, hechizado por una enigmática diva de la ópera de Pequín, Song Liling, una relación tortuosa que llevará a Irons a las cloacas del dolor ardiente, el impulso que roza la locura hasta implantarse en la ceguera de un amor indescifrable. El final es estremecedor, absolutamente magnífico. Irons elevado a la máxima potencia como actor. Nota: 7 / 10
Crítica Mayra: En M. Butterfly asistimos a un curioso drama romántico basado en hechos reales. Se desarrolla en una atmósfera enigmática y con personajes intrigantes, al mismo tiempo que nos permite vislumbrar una correcta puesta en escena, sobre todo una destacable fotografía y música que acompañan las interesantes interpretaciones de Irons y Lone. El metraje arranca con interés pero conforme pasan los minutos se percibe un tanto frío, en algunos momentos incluso inverosímil, lo cual no permite que el espectador llegue a conectar totalmente con la historia que se pretende contar. M. Butterfly sin duda se aleja del estilo habitual de Cronenberg: tal vez dicho detalle "le pasó factura" al realizador, que parece no haber ensamblado bien todas las partes. Una cinta que intenta labrar el camino para su perturbador desenlace pero se queda a medias en su ejecución, dando paso a más de un momento poco creíble, por mucho que se incluya lo de “basado en hechos reales”. Nota: 5 / 10
Crítica Ronnie: Resulta raro enterarse que David Cronenberg filmó un día esta película, ya que se aleja del cine visceral al que nos tiene acostumrbados. Ambientada en la China de los años sesenta, relata el idilio amoroso entre René Gallimard y una diva de la ópera de Pequín, basada en hechos reales según dicen los títulos, y a partir de la obra de Broadway galardonada con un Tony. Una impecable realización, decorados, sets, vestuario, maquillaje y música maravillosa, tanto como lo permite esta fascinante historia. Cronenberg cuenta con colaboradores habituales que le ayudan a desarrollar sus proyectos de una manera más solvente: Howard Shore compone una banda sonora sensual y sugerente que va en perfecta sincronía con la ópera inmortal de Puccini, la fotografía de PeterSuschitzky contrasta los lujosos escenarios de China y París con los claustrofóbicos decorados que se rodaron en estudios de Toronto, y Jeremy Irons está impecable como el contador de la embajada francesa en China que se enamora de una actriz. Irons y un irreconocible John Lone llevan el peso de la cinta sobre sus hombros con sus perturbadoras e inquietantes actuaciones. Nota: 9 / 10
Crítica Xavier: Casi nunca conecto con los mundos de David Cronenberg, si bien le reconozco en todas sus películas una mirada muy particular a la hora de abordar los terrenos del horror y la fantasía. Con M. Butterfly se repite mi apatía hacia el director de La mosca, pero en este caso con una novedad más inquietante si cabe: en ningún fotograma de la cinta reconozco al Cronenberg de toda la vida. Incluso juego a imaginarme al canadiense en el set de rodaje, aburrido y desubicado, preguntándose qué hacía ahí contando esa historia, como ese Jeremy Irons que queda atrapado por una pasión que no cala en la platea. De M. Butterfly no me creo absolutamente nada: ni sus largas disquisiciones socioculturales entre Oriente y Occidente, ni los vínculos con la ópera homónima, ni la confusión de sexos / sexualidades, ni su ambientación de época, ni su contexto político... ni tan siquiera a Irons, un actor desganado, con porte pero frío como un bloque de hielo. Y como el final se intuye evidente desde los pocos minutos, mis pestañas se cerraron como pai pais haciendo viento. ¿Por qué Cronenberg renunció a sus derivas inquietantes en una historia que necesitaba de su sello autoral? Una película fallida. Nota: 5 / 10
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