Top 10 de las mejores películas de 1991 de la revista Time
EE. UU., 1991. Dirección y guión: E. Elias Merhige Reparto: Brian Salzberg, Donna Dempsey, Stephen Charles Barry Fecha de estreno en España: Inédita Tráiler: LinkCrítica José: Mi cabeza explota y no precisamente por no entenderla, sino por las imágenes tan explícitas de la película. Una historia que pretende hacer mención del “génesis” desde una mirada estética. Rodada de una manera extraña, que genera inquietud en el espectador. Algunos la amarán por la narrativa tan arriesgada a la hora de mostrarnos la creación del hombre de una manera tan compleja y diferente. Otros la odiarán, incluso podrán tacharla de hereje o blasfema. Aquí sólo hay dos opciones: o la amas o la odias. Nota: 6 / 10
Crítica Mayra: El cine, desde sus inicios, ha sido una herramienta para contar historias. El realizador puede alejarse de los convencionalismos, cambiar formas y maneras, pero si algo debe hacer una película es captar la atención del espectador desde el inicio. Begotten carece de una historia clara: tal vez consigue que su singularidad atraiga nuestra atención durante los primeros cinco minutos, pero tras ese tiempo el metraje se vuelve aburrido. En Begotten la etiqueta de cine experimental es más una excusa para filmar escenas vacías, su duración es de poco más de setenta eternos minutos, tiempo en el que no ocurre nada demasiado interesante. Con todo, no tomen muy en cuenta mi opinión: si en aquel entonces la revista Time la eligió como una de las mejores películas de su año, debe ser que en el fondo, muy en el fondo (aunque yo no lo haya atisbado), algo bueno debe tener. Nota: 4 / 10
Crítica Ronnie: Cine experimental que tiene un formato de arte contemporáneo nauseabundo y que con el paso del tiempo se convirtió en “película de culto”... ¿es necesario? En primer lugar, como todos sabemos, el considerado arte contemporáneo siempre será visto como un movimiento con demasiadas dudas y sus buenas reservas. Algunas obras se escudan en la máxima de que el arte como belleza tiene componentes relativos, pero no se confundan: el problema de ese banal adjetivo llamado “relatividad” es el de confundir al espectador diciéndole que todo tiene un grado de belleza y todo puede ser visto de esa manera dependiendo, claro, del cristal con el que se mire; extremos que destruyen la posibilidad del ser humano de poder deleitarse con obras de calidad, hechas con un verdadero esfuerzo y que fueron concebidas por verdaderos artistas de su época. Me salí un poco del tema, pero lo dicho sirve para darle un contexto a esta Begotten. La historia se nos vende como un inclasificable film en donde vemos una figura sobrenatural (Dios), en cuyo parto da vida a la humanidad y a un hombre solitario torturado por misteriosas figuras que llevan mascaras. No voy a criticar la realización de esta película en sí, sino la decisión de su realizador por lograr alargar dos secuencias indefinidamente que probablemente funcionasen de maravilla en algo más pequeño como un cortometraje experimental. Pero no, a E. Elias Merhige se le subieron los "porros" y quiso hacer la maravilla de película que podemos “disfrutar” a día de hoy. Vamos, que uno no termina horrorizado ni nada: sólo un poco asqueado tras semejante esperpento. Nota: 2 / 10
Crítica Xavier: Intenté visionar Begotten en varias ocasiones. Soy un alumno aplicado y doy infinitas oportunidades a cualquier película, por muy soporífera o nefasta que me parezca. Confieso que deberé seguir probando suerte, porque no ha habido manera. No dudo que Begotten sea una obra maestra, una representación de "vaya usted a saber qué", pura transgresión fílmica o un nombre ineludible de la crítica de inclinación "gafapasta". Para gustos, colores (o gamas de negro). Y como no puedo ofrecer lecturas sesudas de Begotten (ya me gustaría), voy a hacer algo "muy feo", una costumbre que tenía una antigua compañera de clase de verbo insoportable (será que, al ver la cinta, uno establece "relación de fobias"). Contengan el aliento: voy a tomar el "texto" como "pretexto" para contar, como decía aquella, "lo que me sale del bolo". Sinteticemos qué bases debe cumplir el cine de terror para ser realmente terrorífico. Uno: nos inquieta lo cercano, lo reconocible, lo que podría sucedernos a nosotros. Y dos: causa pavor lo extraño, lo inasible, aquello que queda fuera de nuestro control. Pero en ambas acepciones, el público debe partir de bases "conocidas" (pongamos un ejemplo: el hecho de que desconozca cómo es el espacio exterior no impide que, apelando a mis conocimientos básicos y al imaginario personal, admita como verdad fílmica y sienta auténtico miedo con Alien, el octavo pasajero). Por lo tanto, querido E. Elias Merhige: ¿cómo quiere usted que sienta un mínimo escalofrío con sus fotogramas si en ellos apenas atisbo siluetas? ¿debo descodificarlos y luego darles una semántica "x" que me estremezca? Demasiado esfuerzo, entiéndalo, tratándose de un género que remite a lo inmediato, a lo primario. Su film, a la postre, no es más que una obra de museo, tan rompedora como inane, experimental por capricho, sospechosamente vacía. Al final parece que el "pretexto" ha virado en "apelación". Queda claro que "Begotten que no has de beber, déjalo correr", ¿verdad? Nota: 3 / 10
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