viernes, 30 de noviembre de 2018

CRÍTICA | RENCOR, de Miguel Albaladejo


Amores mediterráneos
RENCOR
Goya a la mejor actriz revelación y nominación a la mejor actriz de reparto
España, 2002. Dirección y guión: Miguel Albaladejo Música: Lucio Godoy Fotografía: Alfonso Sanz Reparto: Lolita Flores, Jorge Perugorría, Elena Anaya, Mar Regueras, Geli Albaladejo, Roberto Hernández, Jorge Alcázar, Roman Luknár, Noé Alcázar Género: Drama Duración: 105 min. Tráiler: Link
¿De qué va?: Una cantante que actúa en restaurantes y hoteles de la costa llega a Cullera, una población valenciana. Allí se reencuentra con Toni, con el que mantuvo una tortuosa relación tiempo atrás. La llegada de Natalia, antigua amiga de ambos, hará que los fantasmas del pasado vuelvan a aflorar.



Un autobús se acerca a la costa mediterránea. La orilla del mar, escenario de tantas tragedias grecolatinas, separa a los dos protagonista: él, símbolo del macho latino; ella, superviviente por obligación y tal vez a su pesar, ataviada con un vestido "rojo pasión". Con este prólogo, Rencor nos avisa de las directrices de todo lo que está por venir. Entre campings, playas, chiringuitos, tiovivos, verbenas, partidas de parchís "al fresco" y encuentros sexuales furtivos, Miguel Albaladejo encuentra un contexto telúrico de primer orden, a la vez que se surte del costumbrismo que ha nutrido todo su cine. Sin las risas de Ataque verbal ni la levedad de Manolito Gafotas. Con un realismo mágico que entronca con El cielo abierto, pero que aquí se manifiesta en su vertiente más feísta. Lolita, una presencia antes que una actriz, encarna a la perfección el espíritu de este drama de personajes desbocados, que hacen daño a los demás y que por el camino salen ellos mismos damnificados. El fatum clásico, en esencia, mezclado con las formas de un culebrón, a veces tan delicado como un bolero y por momentos tan salado como esas olas que vienen y van, condenadas a repetir el mismo trayecto frustrado una y otra vez. El resultado es una película arriesgada, irregular, musical aunque con silencios muy recurrentes, a bocajarro y sin embargo sutil, que discute sobre el mal de amores. Lástima que Albaladejo olvide que menos es más, porque un verso de Mediterráneo o La bámbola cuenta mucho más de sus criaturas que cualquier enredo de guión. Pero así es ese espíritu ibérico y fogoso que Bigas Luna filmó con tanta maestría: afín al caos, disperso por naturaleza. No es la mejor película de su director, si bien no costaría aplaudirla como su cinta más personal. Cruda y racial. Ojalá Albadalejo, del que llevamos demasiado tiempo sin tener noticias, vuelva a ofrecernos una historia tan "rabiosa" como ésta.



Para aficionados al amor, al mar y a la música.
Lo mejor: Lolita, un riesgo convertido en acierto de cásting.
Lo peor: La catarsis final en la roulotte, un poco forzada. El personaje disperso de Geli Albaladejo. 


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