jueves, 8 de noviembre de 2018

CRÍTICA | FIRST MAN (EL PRIMER HOMBRE), de Damien Chazelle


La soledad del astronauta
FIRST MAN (EL PRIMER HOMBRE)
Festival de Venecia: Inauguración a concurso. Festival de San Sebastián: Sección Perlas
EE. UU., 2018. Dirección: Damien Chazelle Guión: Nicole Perlman y Josh Singer, a partir del libro de James R. Hansen Música: Justin Hurwitz Fotografía: Linus Sandgren Reparto: Ryan Gosling, Jason Clarke, Claire Foy, Kyle Chandler, Corey Stoll, Patrick Fugit, Lukas Haas, Pablo Schreiber, Brian d'Arcy James, Ciarán Hinds, Aurelien Gaya, Ethan Embry, Shea Whigham, Christopher Abbott, Cory Michael Smith, Brady Smith, Perla Middleton, J.D. Evermore Género: Drama. Biopic Duración: 130 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 10/11/2018
¿De qué va?: Cuenta la ardua preparación durante los años de 60 de Neil Armstrong y su papel en el que sería uno de los acontecimientos más importantes del siglo pasado: la llegada del hombre a la Luna.  




Chazelle tenía el mundo a sus pies tras La La Land... y ha preferido irse al espacio. A partir de la novela de James R. Hansen, el joven director explora la figura de Neil Armstrong. O mejor: el hombre detrás del mito, el ser humano detrás de la escafandra. Y lo hace con una visión muy personal, a la contra del subgénero de astronautas: aquí la conquista de la Luna no es un fin en sí mismo sino la metáfora de un estado de dolor e introversión. Nada que ver con la voluptuosidad patriótica, el baile de banderas y los triunfalismos de Hollywood. Hasta se diría que la nave que permite aquello que se acertó en llamar "un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad" es, simplemente, un conjunto maltrecho de hierros, una chatarra que amenaza con saltar por los aires y dispersarse en la inmensidad. Suma, además, la fotografía de Linus Sandgren, granulada y claustrofóbica, y la música de Justin Hurwitz, que evoca el sentimiento preciso en el momento necesario. El resultado es una película premeditadamente desapasionada, que se sigue desde cierta distancia aun cuando cuesta despegar los ojos de sus fotogramas. Cine comercial que es a la vez una demostración de autoría. Chazelle vuelve a hablar del éxito, de lo que se pierde en el camino por alcanzar la cima, de renuncias que a veces no compensan y de corsés anímicos que en ocasiones no logran disiparse, aun cuando la persona en cuestión es capaz de llegar a dimensiones desconocidas e inscribir su nombre en el libro de la historia. Lenta y decepcionante para unos. Valiente y triste para otros. Y mientras Ryan Gosling, parafraseando la canción de Fangoria, "da vueltas lentamente, no sabe a dónde va, nadie le puede oír gritar", Claire Foy toma las riendas de la trama y eclipsa los centímetros cuadrados de la pantalla y hasta la galaxia entera. Difícilmente nadie gastará su dinero y sus esfuerzos en defender esta First Man en los próximos Óscar, pero quien escribe ya cuenta los días por ver el nuevo trabajo de Chazelle.


Para conocer la cara B del descenso lunar.
Lo mejor: Claire Foy.
Lo peor: Su introversión le puede pasar factura.


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