viernes, 3 de noviembre de 2017

CRÍTICA | MAPA DE LOS SONIDOS DE TOKIO, de Isabel Coixet


Especial ISABEL COIXET Nº 03
MAPA DE LOS SONIDOS DE TOKIO (MAP OF THE SOUNDS OF TOKYO)
España, 2009. Dirección y guión: Isabel Coixet Fotografía: Jean-Claude Larrieu Reparto: Rinko Kikuchi, Sergi López, Min Tanaka, Manabu Oshio, Takeo Nakahara, Hideo Sakaki Género: Drama romántico. Thriller Duración: 100 min. Tráiler: Link


En su constante viajera, Coixet visitó Japón y consiguió presencia en Cannes con Mapa de los sonidos de Tokio. La génesis de este mapa está en un viaje de Coixet a Tokio. Un día, durante una visita a un mercado local, a Coixet le llamó la atención la reacción de una trabajadora al no querer ser fotografiada por ningún turista. De vuelta a su apartamento, en el metro, la directora empezó a imaginar una historia para esa mujer, y poco a poco fue tejiendo el que terminaría siendo el argumento de Mapa de los sonidos de Tokio. En la imaginación de la cineasta, la tímida pescadera se convirtió en una asesina a sueldo, y a su alrededor construyó una trama de amor y dolor según las características del cine 'made in Coixet'.


La película condensa el apego y la admiración de Coixet por la cultura japonesa y, aunque nunca cede al cine turístico de Hollywood, se permite el lujo de incluir pequeños detalles y excentricidades que ayudan a configurar la atmósfera triste y exótica que preside la película: ahí están, por ejemplo, recursos como esas citas callejeras improvisadas (de las que la protagonista, por cierto, nunca participa), la estatua humana en forma de seto que vemos en el metro, la mujer que saca a pasear a su perro con dos paraguas o la presencia de comida japonesa como el ramen y los pastelillos salados que la protagonista come a todas horas. Y en paralelo, con el personaje de Sergi López, Coixet mezcla lo oriental con la identidad mediterránea, por lo que la película consigue un juego de culturas y de texturas muy interesante. 


La película, a pesar de sus virtudes, no acaba de conmover o de impactar al nivel de los anteriores trabajos de Coixet. Con todo, la directora regala a su público imágenes muy bellas, como la comida inicial a modo de ‘sushi humano’ o los diferentes encuentros sexuales que los protagonistas mantienen en un hotel de inspiración parisina (un detalle que también se puede entender como una reminiscencia del fragmento que Coixet rodó para el largo Paris, je t’aime). La crítica quiso ver en Mapa de los sonidos de Tokio la repetición de una fórmula, y seguramente por ello Coixet, a partir de ese momento, la directora intentó reinventarse con cada proyecto nuevo (a cada uno menos convincente: ahí están Ayer no termina nunca y Mi otro yo). Una pequeña injusticia, porque este mapa de silencios, sonidos y sentimientos contiene momentos de cine en estado puro.



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