jueves, 23 de noviembre de 2017

CRÍTICA | LOVING PABLO, de Fernando León de Aranoa



El narco y la concubina
LOVING PABLO
Festival de Venecia: Sección oficial fuera de concurso. Festival de San Sebastián: Perlas
España, 2017. Dirección: Fernando León de Aranoa Fotografía: Álex Catalán Reparto: Javier Bardem, Penélope Cruz, Peter Sarsgaard, Julieth Restrepo, David Ojalvo, Óscar Jaenada, David Valencia Género: Thriller. Biopic Duración: 120 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: Por determinar
¿De qué va?: La periodista Virginia Vallejo asiste a una fiesta en la casa de Pablo Escobar. El narcotraficante aprovecha la fama de la mujer para mediatizar sus supuestas campañas benéficas y dar impulso a su carrera política. Tras meses de romance, la popularidad de Escobar pondrá a Vallejo contra las cuerdas.


Loving Pablo es dos películas en una. En la primera, Bardem da vida a Pablo Escobar con su convicción habitual, y León de Aranoa responde con una puesta en escena acorde con el thriller y el biopic de entidad internacional. En la segunda, Cruz interpreta a la periodista colombiana que mantuvo una relación con el famoso narcotraficante, un personaje tan insustancial que todo lo que surge de él resulta kitch, exagerado, pasado de rosca y de una comicidad involuntaria. Y cuando ambos personajes coinciden en pantalla, con el añadido de que el espectador es consciente de estar viendo a dos intérpretes que son pareja en la vida real, el despropósito se multiplica: él pierde la fiereza que tiene en sus escenas en solitario, y ella subraya su condición de "mujer florero", por mucho que sea la narradora de la trama. Así las cosas, Loving Pablo es una suma de imposibles, un quiero y no puedo, una película mal resuelta pero sobre todo concebida desde un punto de vista erróneo. Como si León de Aranoa quisiera contarnos la historia de la mujer que se escondía tras la bestia y, en paralelo, su actor y productor sólo demandase escenas "a lo Narcos" para su lucimiento personal. Independientemente de quién saboteó la película, a conciencia o involuntariamente, lo cabal por nuestra parte sería denostar todas sus vinculaciones folletinescas y aplaudir las líneas cercanas al noir, pero quien escribe considera que Loving Pablo sólo tiene razón de ser como telenovela. O, si se quiere, como objeto de culto trash, fuente inagotable de gifs, memes y cachondeos diversos. Porque, llegado cierto punto del metraje, la vertiente seria y la frívola se difuminan y retroalimentan: ahí está Bardem luciendo una papada cual Eddie Murphy en pleno rodaje de Norbit, el descacharrante tiroteo a la tienda de "compro oro", el lanzamiento de espaguetis o, sobre todo, el uso de inglés con acento latino y muletillas del tipo "malparío", "joputa" y "huevón". La solución es clara: hay que tomarse Loving Pablo como la broma que es y disfrutarla con todo su potencial de Razzie. Puede que no se estrene nunca entre nosotros o que lo haga de tapadillo y con retraso cual Manolete, aunque sus responsables, aceptando que "lo malo también vende", deberían sacar rédito del desastre con la siguiente frase promocional: "es muy mala, pero no se la pierdan". Queridos lectores: seguid el consejo.



Para trash lovers que adoran Showgirls, Una proposición indecente, El color de la noche y similares.
Lo mejor: Verla como una comedia.
Lo peor: Tomársela en serio (para "intenso", ya está Bardem).


Escucha nuestra reseña de LOVING PABLO en
EL PODCAST DE C&R - FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN, DÍA 8

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