martes, 7 de marzo de 2017

CRÍTICA | SÓLO EL FIN DEL MUNDO, de Xavier Dolan


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SÓLO EL FIN DEL MUNDO, de Xavier Dolan
Festival de Cannes: Gran Premio del Jurado. 3 premios César: dirección, montaje y actor protagonista
Canadá, 2016. Dirección: Xavier Dolan Guión: Xavier Dolan, a partir de la obra de Jean-Luc Lagarce Fotografía: André Turpin Música: Gabriel Yared Reparto: Gaspard Ulliel, Nathalie Baye, Vincent Cassel, Léa Seydoux, Marion Cotillard, Antoine Desrochers, Sasha Samar Género: Drama Duración: 95 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 06/01/2017
¿De qué va?: Doce años después de independizarse, el hermano mediano organiza un reencuentro familiar para anunciar que le quedan pocos días de vida. El viaje de vuelta a casa estará marcado a partes iguales por la ira y el cariño.



Tolstói escribió que "todas las familias dichosas se parecen; y las desgraciadas, lo son cada una a su manera". Con todo, los parientes que conforman la filmografía de Xavier Dolan se asemejan precisamente por sus tribulaciones. El nuevo ajuste de cuentas doméstico del canadiense, Sólo el fin del mundo, cuenta con la flor y nata del cine francófono y adapta una obra teatral de Jean-Luc Lagarce. En este caso, el regreso del hermano e hijo pródigo, escritor homosexual con una enfermedad terminal, servirá de excusa para que todos sus semejantes verbalicen sus fantasmas, aunque sea a base de gritos y reproches. Dolan sabe sacar lo mejor de su reparto e incide en su estilo cercano al videoclip: en este sentido, nunca antes el quebequés había mostrado un dominio tan férreo de los silencios, las palabras, los tiempos muertos, los sonidos, los flashbacks y, en definitiva, toda la atmósfera que rodea al moribundo protagonista. Y si Sólo el fin del mundo es un reflejo de las virtudes de su artífice, también hay que confesar que magnifica los tics más cuestionables de su "enfant terrible" en forma de subrayados, histerismos, diálogos deslavazados y situaciones patéticas, excelsas o ridículas según el espectador. Sea como sea, hay que aplaudir a Dolan por su valentía: sigue sorprendiendo que, a pesar de su juventud, el responsable de Mommy manifieste una sensibilidad tan acentuada a la hora de hablar de la pérdida, las diferencias generacionales, el vacío existencial y otras cuestiones que, al menos a priori, sólo pueden llevarse a la gran pantalla tras un bagaje vital y profesional de largo recorrido. Incluso cuando Sólo el fin del mundo se comporta como un film desbocado, en él habitan muchísimos más temas y tonos de los que suele abarcar el cine de reuniones familiares. Porque, en el fondo, se trata de mostrar la parte más virulenta de unos seres que sólo saben interactuar dándose cabezazos, escondiendo bajo llave toda su humanidad. Obra, en definitiva, árida y lírica. Introvertida a la par que verborreica. Antipática, a conciencia y por defecto. Con seres egocéntricos, tal vez orquestrados por el cineasta más ególatra de la modernidad. Eso, claro, a pesar de sus golpes maestros, como ese momento en el que el tema de cutrepop Dragostea Din Tei se convierte en poesía para los sentidos. Dolan no es Tolstói, pero película tras película se le asemeja muchísimo más.


Para "dolanfílicos", "dolanfóbicos", "dolancuriosos" y "dolanprincipiantes".
Lo mejor: Todo su reparto, con especial mención para una Cotillard más contenida de lo habitual.
Lo peor: Puede producir rechazo con muchísima facilidad.

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