domingo, 14 de febrero de 2016

CRÍTICA | NIÑOS DEL PARAÍSO (CHILDREN OF HEAVEN), de Majid Majidi


La dignidad y los objetos
NIÑOS DEL PARAÍSO (CHILDREN OF HEAVEN, BECHAHA-YE ASEMAN), de Majid Majidi
Irán, 1998. Dirección y guión: Majid Majidi Fotografía: Parviz Malekzade Música: Keivan Jahanshahi Reparto: Amir Naji, Amir Farrokh Hashemian, Bahare Sediqi Género: Drama Duración: 85 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 08/10/1999
¿De qué va?:  Zhore espera que su hermano le traiga sus zapatos. Ali pierde los zapatos por el camino, y a partir de ese momento los dos niños se ven obligados a compartir calzado. En su lucha por recuperar los zapatos extraviados y por esconder el secreto a sus padres, los niños conocerán las injusticias de su entorno. Ali nunca da su brazo a torcer y está dispuesto a cualquier cosa para que su hermana pueda ir a la escuela con unos zapatos nuevos.


Niños del paraíso contribuyó a situar en el mapa de festivales y premios el hasta ese entonces desconocido cine iraní. Abbas Kiarostami, Majid Majidi y la familia Makhmalbaf sorprendieron a la comunidad cinéfila de los 90 con películas austeras, historias aparentemente mínimas que bebían de la contemplación, la cotidianidad y la crítica social de un Neorrealismo tardío. Majidi, con todo, impuso su sello con una apuesta de 'ternurismo' moderado que años después ampliaría en El color del paraíso: describe los crueles mecanismos de la miseria a partir de la hazaña de dos hermanos pequeños, Ali y Zhore, que se ven obligados a compartir unos zapatos por culpa de la pobreza imperante. Niños del paraíso repara en la importancia de aquellos objetos que en el primer mundo pasarían por insignificantes, pero sobre todo maravilla por la relación de complicidad, benevolencia y empatía que se establece entre sus dos pequeños protagonistas. Majidi no es ni hiriente ni explícito, tampoco propone parapetos que atenúen la carga dramática del guión: aboga por la lucha, y ese detalle convierte el film en un emotivo e inteligente cuento sobre la importancia de cultivar los buenos sentimientos, de pelear por aquello que creemos y queremos. Los puristas que defienden a De Sica dirán que Niños del paraíso atesora demasiada esperanza, que en ciertos puntos dulcifica el cine de la corriente italiana, pero de la propuesta iraní hay que valorar la belleza de sus miradas y gestos, sus recurrentes diálogos y silencios, la inteligencia de Majidi por contar tanto por omisión como sirviéndose del subrayado (en este último apartado, cabe apuntar la relantizada carrera final, tal vez la parte más efectista del film y, paradójicamente, uno de sus pasajes más emocionantes). Quien escribe, defiende los rostros de Ali y Zhore como auténticos mapas del dolor y la tenacidad, así como el espléndido plano final, que sustituye la victoria material y moral de Ali y Zhore por una estampa más realista: la imagen de unos peces lamiendo las heridas de un héroe cotidiano. Una película que reconcilia, que hace reflexionar y que apela tanto a nuestro lado sensible como crítico. Ensancha el corazón y abre la mente.


Para saber en qué mundo vivimos (y para empezar a cambiarlo).
Lo mejor: Pocas veces el cine ha retratado una relación fraternal tan bonita.
Lo peor: ¿Por qué nos cuesta conectar con las películas que creen en el ser humano?

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