lunes, 8 de abril de 2013

Música islandesa en vena: Crítica de SCREAMING MASTERPIECE


Islandia, pese a tener alrededor de 300.000 habitantes, cuenta con 90 escuelas de música,  6.000 miembros de coros, 400 orquestras e infinidad de grupos indie conocidos y desconocidos que en la isla solo pueden vender en el mejor de los casos unas 300 copias de sus trabajos discográficos. Son datos que aporta Screaming Masterpiece, un documental que repasa el fenómeno de la música islandesa con algunos apuntes históricos pero sobre todo nutriéndose de las actuaciones en directo de bandas fantásticas. El film indaga en las características de la nueva generación de músicos islandeses que trabajan desde la absoluta libertad y que como Múm o Sígur Rós llegan a tener un alcance internacional. Screaming Masterpiece apunta algunos de los motivos que hacen de la música islandesa casi un género musical en sí mismo: factores culturales, la influencia del rock británico de los 70, el paisaje de la isla (lleno de contrastes: de volcanes a glaciales) y la posición en el mapa de Islandia (parte de Escandinavia pero desgajada de la realidad nórdica, entre Europa y América y a su vez parte de ninguna de ambas) moldean de forma invisible el estilo de una música creativa y ecléctica. La parte divertida del film está en ver a artistas noveles cantando y tocando en la soledad de una habitación, de un estudio de grabación o de una iglesia vacía. Pero la verdadera magia es más musical que cinematográfica: asistir a un concierto de hora y cuarto de rock, balada y música alternativa que mezcla la cuerda con la electrónica hecha de pequeños beats, strings, virgerías de Beat Box y sonidos de instrumentos tan singulares como cajas de música, sierras metálicas o el Reactable de Björk. Al final el documental deja abierto el interrogante de por qué la música islandesa es como es, pero tampoco interesa responder la pregunta: Screaming Masterpiece está hecha para el fan de la buena música. Tras ver Screaming Masterpiece dan ganas de empaparse de la escena musical que se vive en los pubs de Reykjavík y de apuntar infinidad de bandas en la lista de descargas pendientes. Si son exploradores curiosos de la música que casi nunca tiene su espacio en los circuitos comerciales, Screaming Masterpiece les resultará un festín.


Nota: 7

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Pueden ver el documental completo aquí:

1 comentario:

Charly Hell dijo...

Me encanta Islandia y su música. Me lo apunto para ver inmediatamente.

Hace un tiempo vi Heima, un documental/película que recoge una serie de conciertos gratuitos que ofreció Sigur Ros por toda Islandia hace unos años y me encantó.

Saludos.