Trabajar en un manicomio... es de locos
SESSION 9, de Brad Anderson (EE. UU., 2002)
¿De qué va?: El Hospital Mental de Danvers lleva varios años cerrado. Existen muchos rumores sobre los motivos del cierre del antiguo manicomio. Ahora el ayuntamiento quiere reformar el lugar. Las instalaciones medio en ruinas han servido durante años de refugio para drogadictos y grafiteros. Algunos vecinos aseguran que antiguos pacientes merodean todas las noches por las inmediaciones de las ruinas. La existencia de fugas de amianto hacen las instalaciones inhabitables. Antes de empezar las tareas de remodelación, un equipo es contratado para fumigar las diferentes alas del magno edificio. Pero el hospital esconde terribles secretos que se irán desvelando durante la semana de trabajo. La confianza entre los dos responsables de Hazmat Elimination Co. se irá viendo afectada por la entrada de ayudantes en las tareas de fumigación. Aunque es evidente que una semana es insuficiente para dejar el hospital listo para las obras, todo parece acontecer con normalidad hasta que un trabajador encuentra un escondite secreto lleno de monedas. Gordon, el jefe, y sus compañeros bordearán la locura. El misterio no se resolverá hasta que uno de los ingenieros escuche la grabación de una antigua terapia realizada a una paciente en los años 80, concretamente el cassette correspondiente a la última hora de tratamiento: la sesión 9.
Palmarés: Mejor director en el Festival de Sitges 2001.
El dato: La película se rodó en el verdadero Hospital de Danvers, un recinto considerado monumento nacional histórico que fue semiderruido en el año 2006. La película figura en varios rankings de los mejores films de terror de la década aunque en su momento las críticas fueron dispares. Por internet existen numerosas teorías e interpretaciones de la película relativas a los nexos entre el personaje de Gordon y Mary, la enferma de las grabaciones. Es una de las pocas películas estadounidenses en las que interviene el británico Peter Mullan junto a Braveheart, Criminal y la reciente War Horse. El otro protagonista es David Caruso: Session 9 fue la última película que rodó antes de aparecer en la serie CSI: Miami.
Valoración: Vi Session 9 con 11 años el fin de semana de su estreno pero no me acordaba de absolutamente nada (un tiempo en el que ver 'películas para mayores' era un morbo añadido). El único recuerdo era que me había gustado. Brad Anderson, uno de los grandes en esto del terror psicológico, ha realizado películas tan sólidas como El maquinista y Transsiberian, así que era una prioridad volver a ver Session 9. Ayudó que el visionado fuese a altas horas de la madrugada a oscuras y sin nadie en casa. La cuestión es que Session 9 me volvió a entusiasmar. ¿Por qué? 1. Aunque en apariencia sea una película pequeña, tiene un sentido del ritmo y de la tensión notables. 2. A diferencia de otras películas del género (subgénero 'casas encantadas'), Session 9 tiene un final claro y cerrado, y al mismo tiempo admite suficientes matices para darle nuevos significados a todo lo visto. Vaya, que Anderson no nos toma el pelo, y aún hablando de los límites de la cordura nunca pierde el norte de su historia. 3. El film se ve beneficiado por el hospital que sirve de escenario. Pocas películas cuentan con un telón de fondo tan contundente, personaje más de la historia como lo era, por ejemplo, el megahotel de El resplandor. 4. Session 9 es la primera incursión en el cine de horror de Anderson. Podría entenderse como una jugada oportunista de realizar un cine vistoso con un presupuesto mínimo: hay que ponerse en contexto y remitirse a inicios de década, justo cuando el cine Dogma y la influencia de títulos como El proyecto de la bruja de Blair causó un cisma dentro del fantastique. A parecer de este blog, la austeridad de medios hace de Session 9 una cinta todavía más especial, y demuestra que se puede realizar un buen thriller con recursos mínimos. 5. Session 9 evita los clichés típicos del terror casero. No hay ni fantasmas ni sangre ni imágenes explícitas. Va de menos a más. Y realmente su desenlace no es nada previsible. Veredicto: quizás no guste a los que no frecuenten el género, pero para todos los demás es una película que sin ser brillante merece ser reivindicada.
Nota: 6'5
La escena:
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