Achero Mañas empieza a perfilar un discurso propio en Todo lo que tú quieras, que bien podría resumirse como un cómputo de lo mejor de El bola y algunos tics (no todos buenos) ya detectados en la controvertida Noviembre. Todo lo que tú quieras es, en parte, el reverso esperanzador de El bola: si la anterior era la crónica de un padre que maltrataba a su retoño, aquí se filma el amor incondicional de un padre hacia su hija pequeña de 4 años tras la muerte de Alicia, su esposa y madre de la criatura. Y Todo lo que tú quieras, también en parte, sigue fabulando desde el idealismo de Noviembre, desde un espectro poco explorado en el cine español que fusiona el cuento con la crítica social, lo esperpéntico con lo verista, el mundo circense con el laboral. Todo lo que tú quieras llega a ser en algunos momentos ñoña, incluso podría ponerse en duda la decisión que toma el protagonista (que no desvelaremos; o más bien cómo la trata Achero Mañas, al que a veces le pierden las referencias fáciles). Juega con elementos reales y su desarrollo cae en la inverosimilitud más naïf. Pero me niego a considerar el tercer largometraje de Mañas una mala película: la conexión y empatía del espectador con la historia funciona, sabe filmar unos momentos de intimidad y entrega increibles, contiene una de las muertes más estremecedoras que se recuerdan en la gran pantalla (después, quizás, de la de La soledad), Juan Diego Botto afronta su personaje más complejo y nos regala su interpretación con más matices, incluso el rostro redondo y angelical de la niña Lucía Fernández es uno de los aciertos de cásting más estimulantes en años, y más teniendo en cuenta que los pequeños actores de nuestro cine casi nunca dan la talla. Al final no hay que interpretar la película ni en su sentido más verista ni en su vertiente más fantástica, más bien como una fusión de estilos e intenciones bastante solvente que hará llorar a más de un espectador. Está condenada a recibir reseñas de todo tipo. La llamarán fácil, izquierdista, gay friendly o bobalicona. También valiente, original, hermosa e intimista. El blog no da la razón a nadie. Y si hay que mojarse, interpreten esta crítica como positiva: servidor no ha podido evitar conmoverse con ese final tan poético, aplaudir la reivindicación de las geniales Ana Risueño y Najwa Nimri, y fruncir la frente ante algún truco de más (la mayoría relacionados con el transformista que interpreta José Luis Gómez).
La película empieza en unos juzgados. Una pareja discute en la que parece una sesión para decidir la custodia de un menor. El protagonista, uno de los abogados implicados, está harto de tanta pelea y quizás por ello aplica una lógica muy diferente en su relación familiar. Mañas nos dice que la identidad y la entidad familiar se ha perdido. El amor que un día fue acaba dando lugar a un enfrentamiento que no beneficia ni a los adultos ni a los pequeños. Uno de los clientes del protagonista discute por qué las mujeres reciben por sistema la patria y potestad de sus hijos en detrimento de la figura paternal. No es extraño que en un contexto así las peripecias de Leo, el padre protagonista, sean tan puras como descabelladas; locas, pero no más que ese mundo demasiado preocupado por discutir y crispar. No estamos ante una defensa clásica de la familia: la inclusión de Álex, un hombre gay que realiza espectáculos de varietés todas las noches en un club, nos recuerda que la familia siempre ha aceptado más de un modelo, matices, excepciones, notas a pié de página. Y al final Todo lo que tú quieras es un ejercicio de tolerancia y superación. No existe el manual del buen padre, pero nadie está en el derecho de decir a otro cómo tiene que educar a su hijo. De la misma forma que existen hijos pequeños, también hay padres sin experiencia que se inician en su paternidad sin saber a lo que atenerse, desconociendo las reglas del juego. Como se dice en un momento clave de la trama, al padre lo motiva la felicidad del hijo a pesar del sufrimiento y los esfuerzos que ésta conlleva. Todo ello cosas trilladas (o no) que parecemos haber obviado. Todo lo que tú quieras las recupera, sin convencionalismos y con una idea argumental que se interpreta como un salto a una piscina sin agua. Sea más o menos brillante, estamos ante una película que piensa y siente (y que hace pensar y sentir), que nos reconcilia con ese cine español con alma que tanto echábamos de menos. Una delicia tras tantos meses de sequía. Reivindíquenla antes de que desaparezca de las salas porque, si se hace justicia, la cinta recibirá un par de nominaciones en los próximos Goya. No dejará a nadie indiferente, y eso es un síntoma de que Mañas ha dado en el clavo con una de las películas del 2010.
1 comentario:
Coincido en partes con tu crítica pero el personaje de Jose Luis Gomez es de lo mejor de la cinta. Prefiero los anteriores trabajos de Mañas esta es algo descafeinada. Te envito a leer mi reseña y a participar en el concurso que hemos inagurado para elegir la mejor película del mundo.
http://nosoyuncritico.blogspot.com/2010/09/la-mala-educacion.html
Saludos y enhorabuena por el blog
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