Menos publicitada que Alatriste pero mucho más mediatizada respecto la mayoría de películas españolas, Lope ha sacado su pluma y su florete en las salas para levantar la cuota de pantalla de nuestro cine. Si la película de Agustín Díaz-Yanes era un ejercicio de buen cine de época pero con una narrativa plúmbea, Lope se muestra más intrascendente, más graciosa, con un metraje considerablemente más corto y las mismas exquisiteces técnicas que se podían esperar de un producto de tales características. Eso se debe a que Lope nunca quiere ser un biopic encorsetado y muchos menos fiel al autor de Fuenteovejuna o El perro del hortelano. Lope no disimula su descaro al utilizar un personaje reconocido y reconocible en pos de una historietas de faldas y pequeñas afrentas, en otras palabras lo que espera el público de una superproducción local con ambientación renacentista. El problema de Lope no es que esté mal interpretada (que no lo está), que esté mal hecha (que no lo está), ni siquiera que sea una mala película (que no lo es). Su verdadero defecto es que no aporta nada nuevo. Que ya la hemos visto. Y que esa mezcla de pasiones y luchas armadas nunca es lo suficientemente intensa como para merecer tanto despliegue de medios. No es una obra en el sentido estricto; es un entremés que se digiere bien, pero también se olvida con bastante facilidad. Mientras sus fotogramas pasan por la pantalla uno no puede evitar pensar cosas tan intrascendentes como 'qué haré de cena esta noche' o 'qué trabajo tengo que hacer mañana'. Vaya, que entretiene pero no evade. Afortunadamente no opta por una estética televisiva, y aún así es igual de pulcra e inane que un capítulo de Águila Roja. Se queda, por desgracia, y como viene siendo habitual, en la corrección de los productos que quieren llegar a todas las audiencias sin preocuparse por filmar nada memorable. A corto plazo, la vemos con algún Goya técnico y protagonizando alguna proyección para los alumnos de lengua y literatura castellana de la ESO. Algo muy noble. También insuficiente.
Lope vuelve de la guerra y regresa a Madrid. Al morir su madre, las deudas lo acuciarán y no tendrá más opción que vivir de las obras que escribe. Un mecenas lo contrata, y será en las bambalinas de ese teatro de corral donde se enamorará de dos mujeres muy diferentes. Entre medio veremos a Luis Tosar con la coronilla de la época y a un Miguel Ángel Muñoz que da pura tírria. Juan Diego quiere otro Goya a actor de reparto y Antonio de la Torre sigue sorprendiendo por su cantidad tanto de películas como de registros. Pilar López de Ayala me parece tan fría como siempre y Leonor Watling debería dejarse ver más en la gran pantalla (sin desdeñar sus aptitudes vocales como miembro del grupo Marlango). Y Amman, que hace un año no conocíamos, apunta a nuevo ídolo del cine español. Aquí juega a ser sex symbol, fugitivo, descarado, espadachín y escritor. La película también juega a ser un título de copete, pero sólo se queda con un divertimento para el populo de ahora y siempre. Lope contradice la cita literaria porque pasa y no queda. Otra vez será.
Nota: 5'5
1 comentario:
Coincido contigo, no se puede decir que sea una mala película pero tampoco buena...y eso no es nada positivo, porque salir del cine y cuando te pregunten por la cinta pongas cara de acelga insulsa...
Eso sí, les valoro el riesgo y que, a su manera, ha acercado la figura del gran poeta.
Saludos!!
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