Los Coen han trascendido su naturaleza indie para ser carne de multisalas. Esta transformación se inició hace un tiempo indefinido (las poco convincentes Ladykillers y Crueldad Intolerable), pero es ahora, tras el éxito y los oscars de No es país para viejos, cuando el dúo cuenta con el beneplácito de todos. Este hecho justifica su número uno en taquilla o sus buenas críticas en todo tipo de publicaciones. A pesar de todo, Quemar después de leer es una obra menor ideada durante y tras el western moderno que los encumbró. La película funciona como idea irónica, hiperbólica y burlesca de una sociedad absurda e insatisfecha pero enseña sus lagunas a la hora de resolver las distintas tramas. Da la sensación que los Coen han pecado de listillos y han decidido dirigir el guión inicial, negándole al relato la garra necesaria para ser una gran comedia. La película tarda en entrar en materia y, tras enseñar sus ases, alarga y lía en demasía lo que debería ser una opereta absurda sobre la absurdidad, bella en su simpleza y liviana en su ausencia de pretensiones. El resultado, pese a todo, es más que digno: una pieza más en el mosaico coeniano de estúpidos irredentos, una amplia amalgama de personajes que abarca el William H. Macy de la aún no superada Fargo, el Billy Bob Thorthon de El hombre que nunca estuvo allí o el Nicolas Cage de Arizona Baby. Pero puestos a comparar, Quemar después de leer remite directamente a El gran Lebowski, tal es la dualidad entre comedia negra y film de misterio. Todos los personajes son una caricatura de la realidad estadounidense y su destino se ve alterado por una estupidez, una bola de nieve que se agranda hasta devenir mortal. Clooney, Malkovich y Pitt están excelentes en sus registros y Frances McDormand aprovecha su condición de esposa de Joel Coen al interpretar el mejor personaje de la obra. Quemar después de leer es un recital interpretativo de principio a fin, un título que se queda a las puertas de lo radical, cítese fracaso o maestría. Brad Pitt y Frances McDormand tienen casi asegurada su presencia en los oscars, al igual que el guión original, pese a que la nominación responda tan solo a la fama de sus instigadores. Ahora decir “no me gustan los Coen” es un atrevimiento, un tic solo apto para estetas rancios; antes la frase “no me gustan los Coen” era algo muy común… así me lo transmitió un antiguo profesor mío que no ha cambiado de opinión. Admiro la coherencia del maestro. Admiro también el saber hacer de unos directores que, sin ser geniales, tienen suficiente capacidad para crear obras de considerable envergadura. El tiempo determinará la valía de Quemar después de leer, y con ella, alumno y profesor volverán a divagar sobre este monstruo de dos cabezas llamado Coen. Los Coen (al fin y al cabo, y tras tantos avatares, ya son de la familia).
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1 comentario:
Los Coen no son de mi devoción, esta película ya esta en cartelera en mi país pero no me he tomado la molestia de reservar entradas, creo que en unos días la veré, solo por que dices que posee un muy buen guión. ,,,:-)
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