DÍA 3: Dos películas chilenas, dos perlas animadas y dos cintas a concurso.
Estamos empezando a pensar que la sección oficial de San Sebastián 2016 la ha diseñado o alguien muy cachondo o directamente un descerebrado. Sumamos películas y seguimos sin ver nada que merezca ni tan siquiera asomarse al palmarés del próximo sábado. "Nocturama" y "The Oath" han disgustado e incluso enfadado en sus pases de prensa. No exageramos. Todavía en caliente, lanzamos nuestra protesta en forma de crónica.
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Nocturama, de Bertrand Bonello. Sección oficial. |
"Nocturama" arranca con unos jóvenes parisinos yendo y viniendo de distintas estaciones de metro y edificios emblemáticos. Intuimos que planean un atentado terrorista. Efectivamente, varias bombas estallan a la misma hora en distintos lugares de la ciudad. Los chicos se refugian en un centro comercial, y a partir de ese momento la película se desbarra y se retoza en el ridículo más absoluto. Existen dos interpretaciones: o a Bonello le importa un saco de pimientos la cuestión social y lo único que quiere es filmar cuerpos jóvenes bailando música electrónica y haciendo paridas, o el director guarda una visión romántica hacia sus degenerados y filma su periplo como si fuera un videoclip de la MTV. Sea como sea, invitamos a Bonello a que visite un psiquiatra lo antes posible. No hemos podido ir a la rueda de prensa del film, pero los presentes deberían recibir al equipo de la película a tomatazo limpio. No es que sea mala: es que su mensaje (o mejor, su "no mensaje") es detestable.
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The Oath, de Baltasar Kormákur. Sección Oficial. |
Todavía hay más. "The Oath" es el regreso de Baltasar Kormákur al cine islandés. Podría pensarse que el director, tras su paso por Hollywood, habría concentrado todo lo mejor del cine "blockbuster" llevándolo a un contexto tan diferente como las laderas nevadas de su país. Enésimo error. Kormákur filma y protagoniza el devenir de un cirujano que debe saldar las deudas de su hija drogadicta, siempre con la estética sucia que caracteriza a los nórdicos. El conjunto se quiebra cual iceberg: todo resulta exagerado, convencional, truculento "porque sí"... Y lo que es peor: tiene un nulo sentido del ritmo cinematográfico (media película consiste en planos generales con el personaje caminando, conduciendo o mareando la perdiz en mitad del frío). A pesar de todo, admite mejoras con un futuro remake protagonizado por, por ejemplo, Ethan Hawke, flamante premio Donostia. "The Oath" tiene sentido en un multicines generalista, pero no en un escaparate como el de Donostia.
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Neruda, de Pablo Larraín. Sección Horizontes Latinos. |
A falta de películas potentes en la sección oficial, los acreditamos tenemos que buscar esperanzas en las secciones paralelas. Eso o hacerse el harakiri. Nuestro bálsamo han sido dos películas chilenas muy notables. De "Neruda" poco se puede añadir: es un biopic que se convierte en thriller político con toques irónicos para derivar en una reflexión sobre la realidad, la ficción y el poder creador de la poesía. La apuesta de Larraín cae en algunos ripios innecesarios, algo habitual en su cine con tendencia a la retórica, pero ello no resta interés a lo que está contando. Un film con buen gusto, de perfil más europeo que sur/norteamericano, con grandes aportaciones tanto interpretativas como estéticas. Por su parte, "Aquí no ha pasado nada" es una nueva muestra de cine cortante por parte de nuestros compatriotas latinos: estilo impúdico, compromiso social, violencia implícita, fotografía muy elaborada y otros estilemas propios de Franco, Escalante y compañía. La cinta expone el caso real de un joven que, tras una noche de borrachera, es acusado de atropellar a un padre de familia. Almendras critica las diferencias de clases, y de paso reflexiona sobre las formas de interacción de los más jóvenes (twitter, facebook, whatsapp). De lo más estimulante de las pantallas donostiarras.
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La tortue rouge, de Michael Dudok de Wit. Sección Perlas. |
A modo de "acuse de visionado", cerramos la crónica con la mención de dos Perlas animada, ambas venidas de la selección cannois: "La tortuga roja" y "Ma vie de courgette". Nosotros elegimos la segunda, una joya que representará a Suiza en los próximos Óscar. Es la historia entrañable de unos niños huérfanos que viven en un centro de acogida. Afrontan su drama de la mejor manera posible: echando mano de amistad y fantasía. Y el público disfruta y llora con ellos. Eso o porque la prensa, a estas alturas, ya se acoge a un clavo ardiendo. Mientras, seguimos picando carbón. Si Kusturica, Hansen-Løve y Verhoeven nos decepcionan y mañana no encontráis crónica en el blog, llamad al 112: nos habremos lanzado al Mar Cantábrico. Abrazos cinéfilos!
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